Blogia
sdelbiombo. Una mirada artística al mundo

CUANDO EL BARROCO REGRESA (Primera Parte).

Pocas veces una ciudad tiene el privilegio de, una vez al año, regresar al Barroco como si no hubieran pasado 300 años. Sólo Sevilla cada nueva Semana Santa lo consigue, y con ella todos los que se esfuercen en materializar el milagro, aboliendo el tiempo y sus erosiones.

Pero no es fácil la cosa; no puede todo el mundo conseguirlo. Se necesitan muchas horas y un intenso poder de los sentidos. Si alguien quiere seguir el camino, está es su dirección.

El turista llegará a la ciudad y, acaso, unos días antes ya comience a sentir que el aire es diferente bajo el aroma de los naranjos. Verá iglesias que arreglan apresuradamente sus pasos, extrañas ceremonias al caer la noche, con reuniones de cofradías, discursos y tiendas de venta de trajes nazareno con largas colas.

Sin embargo todo esto sólo son los preparativos, el ensayo general para el gran estreno del Domingo de Ramos, cuando los templos abran sus puertas y aparezcan todas las imágenes engalanadas. La mayoría serán pura mentira, esculturas sin cuerpo, sólo con brazos y caras, como corresponde al Barroco. Pero las telas y las flores, un olivo natural y los altos tronos engañados al ojo por medio del pan de oro se llenarán de flases, arropados por una multitud vestida de fiesta grande.

El viajero, entonces, puede comenzar el camino o perderse para siempre. Quizás crea que vista una procesión, vistas todas. Pero otros no, querrán saber algo más de todo aquel maravilloso teatro y, pese a los apretujones, aguantará una, dos, tres, hasta seis procesiones ese mismo día.

 

Descubrirá entonces una pequeña parte del secreto, y sus ojos irán viendo ya no sólo las tallas, y se llenarán de mil minúsculos detalles. Verá la suavidad del terciopelo de las capas, el gesto de una mano, la lágrima de cristal sobre el rostro de una Virgen. Si insiste y aguanta el dolor de pies y el cansancio, pronto el mundo se irá llenando de sonidos. Y primero escuchará los tambores y las cornetas, pero luego serán los mismos pasos de los costaleros bajo las imágenes. Escuchará a la multitud y sus repentinos silencios para escuchar a un capataz dar las órdenes precisas. Y entonces, como un milagro, oirá las bambalinas de los palios de las vírgenes que repiten la melodía, moviéndose suavemente sobre los pies.

 

Pero la aventura aún no habrá hecho sino empezar. Muy pronto un vértigo en el estómago le hará sentir que se encuentra en el lugar correcto. Una esquina maravillosa, junto a la Giralda o sobre el Puente de Triana, al fin comenzará a sentir lo que los hombres pudieron hacerlo hace tres siglos. No habrá palabras para explicarlo, sólo un pellizco en el alma cuando el palio de una Virgen avanza bajo la luna llena y el hombre que se encuentra a su lado comienza a llorar muy suavemente, como si el alma no le diera ya para tantas emociones.

 

Él, muy probablemente, no podrá hacerlo. Todavía no, pero lo comprenderá casi todo. Sabrá que ya no es un espectador de esta feria de oro, cera e incienso. Ha conseguido pasar el umbral de los tiempos y se ha convertido, también él, en un actor del Gran Teatro de la Pasión en donde las imágenes dejaron de ser madera para convertirse en toda una fabulosa maquinaria de prodigios.

            Y sabrá entonces que nada era superfluo y todos los sentidos andan saturados, tensos como cuerdas de violín a punto de romperse. Olerá el azahar, el incienso y la cera derretida mientras aplaude una levantá o el silencio de una plaza llena hasta los topes es tan intenso que casi le impide respirar. Pues estará en el camino de saber las cosas sin necesidad de razonarlas, sólo sintiéndolas con un calambre de escalofrío ante la voz desgarrada de una saeta, el dulce mecerse de los palios de la Virgen. Como metido en un cuadro de Caravaggio, las noches le irán penetrando y mientras pasan, una procesión tras otra, mientras la luna va creciendo en el cielo.

 

Y entonces sí. Podrá hacerlo. Cuando el Jueves Santo termine y comience la Madrugá, podrá sentir el barroco como aire de respirar. Verá al Gran Poder, a la Macarena o la Esperanza de Triana llegando al Baratillo con la primera luz del día…

Pero esto será para otro día, cuando ese viajero consiga encontrar todas las palabras necesarias para poder contar cómo un simple artificio puede ser más verdad que todos nuestros efectos especiales (continuará)

 

Vicente Camarasa

 

 

6 comentarios

Melinda otra vez -

Posdata: Si le da a mi nombre se enlaza con mi blog XDDDDDDD

Melinda -

Pena no poder sentir los mismos escalofríos que usted esta Semana Santa. Cada vez que hablaba de ello daban ganas de volverse devoto; como el Cristo del Gran Poder atravesaba las calles sobre un mar de cabezas, con un paso desgarrao....con el olor a inciendo y una plaza inundada de silencio.... daban ganas de coger el Ave e ir directamente para allá....
Nuestro propósito de ir a Sevilla sólo una noche para ver aquella obra teatral se nos....escacharró...aún así el año que viene, espero verle entre ese mar de cabezas que miran espectantes como una figura de madera de hace 300 años cobra vida....y se pasea por las calles de la gran ciudad que es Sevilla.

eva -

unarticulo precioso, sin duda!!
hace tiempo, y con el mismo pensamiento de angeles, ese tip de imagenes que veia por la tele no me producian ningun fervor, pero he de reconocer que verlas al vivo es una cosa totalmente diferente.
estas imagenes barrocas son capaces de transmitir muchas mas cosas de lo que en un principio apaentan, y si la gente logra llorar con una sola mirada de la virgen...por algo sera.

gracias por este articulo, y espero que continue pronto
un beso a todos.

Amparo -

¡Magnifico artículo! Es casi imposible pasar a palabras lo que se siente cuando todos los semanasanteros estamos en cualquier calle de Sevilla, reviviendo el barroco, esperando que aparezca el paso por una esquina y este artículo se acerca bastante.
Gracias por la Semana Santa, por Taul, por Roma... y por Tapies.

Amparo -

hola

ángeles!! -

bueno primera vez que escribo por aqui...este blog decirte que me parece una genial idea sobre todo para aquellos que una vez fuimos parte de ese pequeño taller lleno de arte y literatura una gozada poder volver a respirar ese ambiente que tantas veces extrañe...bueno a comentario de este escrito hacia el barroco ya sabes lo atea que soy hacia estas ceremonias pero reconozco la belleza de la ceremonia asi como el sentimiento que se respira en esos instantes, aunque tendria que vivirlo para decir algo mas, pero como siempre tu escrito me hace sentirlo como si lo viviese, la belleza que se observa es hecha por las personas que es lo que realmente me merece admiración,el barroco me parece una epoca hermosa pero sigo quedandome con el gotico...gracias por esto por este rincon no pierdas nunca la fe!!un beso!!