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LA DINASTÍA DE ARQUITECTOS SEVILLANOS DE LOS FIGUEROA. EL BARROCO PLENO (SEGUNDA PARTE). EL SALVADOR Y SAN LUIS DE LOS FRANCESES

Columna salomónica de San Luís de los Franceses. Sevilla

 

Dejábamos la labor de Figueroa en la construcción de la Magdalena   Un poco más tarde, cuando  las obras de esta Iglesia todavía no estaban concluidas (duraron hasta 1709), el arquitecto exitoso recibe el encargo de dimensiones aún más grandes, la iglesia del Salvador. Tomó la dirección de la construcción de un nuevo templo en el solar de la primera Mezquita Mayor de Sevilla, la de Ibn Adabbas. Aquella mezquita, construida en el Siglo X, había sido convertida en Iglesia después de la Reconquista en el Siglo XIII. Pero desde principios del Siglo XVII, su estado fue tan ruinoso que había que derribarla en el año 1671. Tres años más tarde comenzaron con las obras para un nuevo templo, pero dos arquitectos fracasaron, lo construido se derrumbó en los años ochenta. Era como si el Cielo quisiera que sólo Leonardo de Figueroa, la nueva estrella entre los arquitectos andaluces, acabara ese proyecto. Así que en el 1696 Figueroa sustituyó a sus antecesores y se responsabilizó de erigir aquí la iglesia más grande de Sevilla después de la catedral.

 

El Salvador. Interior

 

En tan sólo 16 años - hasta 1712 - hizo construir la majestuosa Iglesia del Salvador, para la que Figueroa eligió un estilo más conservador que en los planes para La Magdalena. El Salvador recuerda en muchos detalles (fachada sobria, cúpula grande y soberbia, pero sin demasiada decoración) a un templo renacentista y menos barroco - más representativo que atrevido. Posiblemente, era también la intención de los comitentes aristocráticos que prefirieron un edificio grandioso, pero sin "experimentos.

 

Cúpula del Salvador

 

Un Barroco mucho más movido y atrevido fue el resultado del siguiente proyecto de Figueroa el que llevó a cabo - paralelamente con las obras del templo del Salvador - a partir de 1699: la Iglesia de San Luis de los Franceses. Esa nueva construcción se le fue encargada a Figueroa por los Jesuitas. No sabemos si aquellos le pagaron más al arquitecto que los Dominicos, pero todos los que se quedan  boquiabiertos al contemplar ese templo concluido en 1730 lo supondrán.

Aunque la Iglesia de la Magdalena es más grande y alberga un mayor número de obras de arte importantes en su interior, con respecto a la espectacularidad de la arquitectura, los Jesuitas de Sevilla han ganado la "competencia de iglesias" en contra de los Dominicos. En el templo jesuítico, Leonardo de Figueroa pudo emplear desenfrenadamente toda su fantasía barroca que debía contener en las obras del Salvador. El trazado de San Luís de los Franceses es una rotonda que insinúa una cruz griega, dominada por la enorme cúpula que se eleva entre las dos torres.

 

 

Esa Iglesia de los jesuitas es uno de los más espectaculares edificios barrocos de Europa y a la vez era un símbolo arquitectónico para una ciudad que quería celebrar su renacimeinto después de la catástrofe más grande. Los elementos decorativos, tanto en la fachada exterior y la cúpula como en el interior, presentan una avalancha de ideas innovadoras y pueden provocar hasta vértigo por su cantidad y complejidad. La decoración de la fachada principal es filigrana y evoca de nuevo el estilo plateresco. Si miramos hacia arriba, nuestros pensamientos se perderán entre las columnas, volutas y adornos de los dos campanarios, flanqueados por las cuatro esculturas de los evangelistas y de los padres de la Iglesia, respectivamente, y entre las estatuas de los tres arcángeles que coronan el portal principal. Encima de todo está la inmensa cúpula, que tiene una escalera que lleva a la linterna adornada por columnas salomónicas y concluida por una cruz de hierro forjado.

Detalle de la fachada

Todo ese templo es como una escalera al Cielo, también en su interior donde encontrándose entre siete retablos dorados miramos como hipnotizados a la cúpula llena de ángeles que vuelan por el firmamento. Rodeado de tantos seres celestiales y de un brillo de oro aumentado por cientos de diminutos espejitos que están ocultos en los retablos, el visitante se siente libre de cosas terrenales y  flotando por esferas celestiales.

 

 

En esta Iglesia, todo fue diseñado para lograr efectos espectaculares, como lo pone en evidencia el telón de estuco enmarcando el Retablo Mayor. Todo en el templo de San Luís es teatro sacro, construido para entusiasmar al público. Es realmente admirable la variedad de formas e influencias de las que Figueroa compone aquí un conjunto lleno de armonía.

 

Cúpula de San Luís de los Franceses

 

Uno de los modelos para San Luís fue sin duda un edificio emblemático del barroco romano, la Iglesia de Santa Inés de Borromini. Pero Figueroa sólo adopta el esquema arquitectónico, toda la decoración y los materiales de la construcción son típicamente andaluces: ladrillos y cerámica, populares desde la tradición árabe. Figueroa combina de nuevo (como en la construcción del templo del Salvador) ladrillos rojizos con piedra y adornos de cerámica. Los relieves de la fachada documentan un "redescubrimiento" del estilo plateresco español, pero a la vez integran volutas y formas ultrabarrocas.

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Berthold Volberg

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