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sdelbiombo. Una mirada artística al mundo

ARTE ORIENTAL

MI MAESTRO DE TAICHI-CHIKUNG ABRE SU PROPIO BLOG

Durante estos últimos años, Javier ha sido una guía imprescindible que ha ido penetrando en mi pensamiento y mi corazón (lo cual, desde su visión de las cosas, es lo mismo).

Pues a sus múltiples sabidurías sobre técnicas y pensamiento orientales le une su calidad (calidez) humana, que incluso se puede ver a través de las frías letras de una pantalla de ordenador.

Por ello, os invito a su nuevo blog en donde, junto a informaciones sobre sus múltiples actividades de su Centro Mirabai, nos va señalando la luna con el dedo con pequeñas píldoras de conocimiento que puede hacer mucho bien a muchos.

Lo tenéis aquí

MIRABAICENTRO

Vicente Camarasa

HOKUSAI O EL REMBRANDT JAPONÉS

Ya hemos hablado en este blog de la importancia que tuvo el grabado japonés en la formación de la pintura contemporánea, especialmente a partir del impresionismo.

Bueno por tanto sería que conociéramos a una de sus figuras capitales, Hokusai, pintor y grabado de la época Edo.

La maestría de su línea, el gusto por el color o la nueva visión que impone al paisaje, que combina rasgos verdaderamente abstractos con otros anecdóticos son espectaculares.

Pero si por algo deberíamos recordarle es por su infinita lista de temas, desde los famosos paisajes del Monte Fuyi, al mundo de lo terrorífico o fantasmal, la vida cortesana o ese famoso mundo flotante (Ukiyo-e) de cortesanas, luchadores de sumo, actores, explícitas escenas de sexo..., que tanto influirá en el impresionismo o, en el propio Japón, en el actual manga

Para conocer todo esto y maravillarse ante su numerosa obra os animo a visitar esta magnífica entrada de Arte&artistas, un blog muy recomendable

 

Por cierto, para conocer más de ese mundo flotante (justo en trance de desaparecer, tras la II Guerra mundial y la occidentalización de Japón) existe un maravilloso libro de Ishiguro: Un artista del mundo flotante

Tomado de http://libroadicto.blogspot.com/2009/10/un-artista-del-mundo-flotante-kazuo.html 

Vicente Camarasa

DOS TEXTOS SOBRE PENSAMIENTO ORIENTAL

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Nuria ha publicado en su blog un interesante texto sobre pensamiento oriental.

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Por su parte, Javier, ha colgado en su web, unas reflexiones sobre el Tao.(La Sabiduría del Silencio Interno )

Ambos textos dicen mucho más de lo que ponen, pues son simplemente dedos que señalan a la luna , y necesitan ser leído con pausa, buscando más que encontrando.

Vicente Camarasa (Fotografías)

LOS JARDINES ORIENTALES (I). LA SEGUNDA NATURALEZA

 

Tomado de

 http://foroarchivos.infojardin.com/foro-paisajismo/infojardin/foroarchivos/foro-paisajismo/180656-ejecucion-obras-jardineria-jardin-entrada-casa-zgz-5.html

 

Una brisa susurra, ligera, entre los juncos;

Abro la puerta: es una lluvia de luna que invade el lago (…)

En esta noche profunda en la que hombres y cosas se ignoran,

Solos, mi cuerpo y mi sombra juegan.

El oleaje nocturno dibuja versos de tierra sobre la orilla;

La luna que se cae se agarra a los sauces como araña suspendida

(Su Che, 1035-1100)

 

En el mundo oriental será China quien inicie su peculiar historia de la jardinería en la que iremos viendo diversos modelos (jardines imperiales, de letrados…) e influencias (taoísmo, confucionismo, budismo) que irán evolucionando en el tiempo e influirán de forma directa en el mundo japonés.

Sin embargo, y antes de introducirnos en sus distintas variantes, deberíamos hacer una pequeña introducción sobre alguno de los elementos fundamentales del su concepto de naturaleza y, derivado de él, de jardín.

 

Como ya se ha visto, la Naturaleza y su relación con el hombre es muy distinta en el ámbito oriental que en el occidental. Mientras el europeo intentó desde el primer momento hacer jardines como una forma de dominar la naturaleza, considerada en gran parte hostil, el oriental intentará en todo momento integrar el jardín en la Naturaleza para acercarla al hombre y hacerle partícipe de los ritmos de la naturaleza. No habrá, por tanto, grandes divisiones entre jardín y entorno, que, aunque separado por un muro, se intentará integrar, siendo el interior tan cuidado como el exterior para que la vista consiga confundirlos e integrarlos en un todo. Por ello, a la hora de planificar el jardín, se intentará tener en cuenta su entorno, normalmente boscoso o las propias montañas, que se incluirán en el proyecto.

 

Tomado de http://www.zazen.es/mkyoto.html

 

El espectador podrá así pasar de lo interior a lo exterior sin ningún tipo de choque visual, y las copas de los árboles exteriores se confundirán con los motivos interiores, haciéndolas de telón de fondo, al igual que las montañas reales que se convertirán en ecos de las construidas.

 

 

Tomado de http://www.construyendounacasa.com/2008/02/21/jardines-japoneses

 

Siguiendo esta idea, el  jardín, salvo raras excepciones como el jardín zen japonés, huirá de las formas geométricas (demasiado humanas) y se lanza a las formas curvas e irregulares. Esto es visible desde sus famosos puentes curvos que tanto fascinaron a los impresionistas (les hemos terminado por llamar puentes japoneses, aunque su origen sea chino), a los arroyos serpenteantes y con orillas pedregosas, cascadas naturalizadas, grandes lagos de bordes inciertos… Sólo la arquitectura será regular (jugando así a la típica  contradicción del yin yang) creando una contradicción dinámica entre lo natural y lo artificial)

 

 

Tomado de http://www.amueblarcasa.com/jardin/21/el-jardin-japones-un-universo-en-miniatura

 

Por otra parte, y como es también habitual a partir del taoísmo (y reforzada luego por el budismo) el jardín (como cualquier realidad) tiene una doble dimensión: la de su propia materialidad que es percibida por los sentidos) y la de ser un ejemplo, una metáfora de la armonía universal (Ki). Todo se refiere a todo, cada cosa es el índice de la universalidad, pues todo se encuentra relacionado y en plena mutación.

Este ideario (vitalista, antirracional, profundamente intuitivo y subjetivo) será el responsable, entre otras cosas, del empleo de una vegetación que con sus cambios estacionales marque el paso el tiempo como uno de los grandes temas budistas (lo efímero), con sus famosos almendros y floración que indique la primavera, o la utilización de especies de hoja caduca que alcancen gran esplendor en otoño, marcando el paso al invierno por medio de un estallido de colores.

 

 

Tomado de http://www.aguasingas.com/index.php?pg=expos_visites/hasselt_aster1

 

De la misma forma el agua, se mostrará dinámica o reposada, como río o como lago, hablando del paso del tiempo pero también de la serenidad que ha de alcanzar el budista o taoísta que, de tan introducido está en la Naturaleza, que se mueve con ella en sus ritmos cíclicos, un movimiento constante que parece quietud, como sería el círculo, tan utilizado en el arte zen.

 

Para reforzar esta sensación irracional pero cierta, será habitual la presencia a la poesía que, como el título de un cuadro, ayudará al paseante a comprender los valores del jardín

Así habrá pabellones en donde se escucha el fluir del viento entre los pinos, aquellos desde los que se observa levantarse la niebla desde los estanques o por los querube el olor del bosque…, toda una serie de suaves pistas para que la experiencia del jardín se vuelva sinestésica, haciendo utilizar todos los sentidos para, como dice Baridon, crear espacios que buscan la serenidad; lugar propicio a la meditación y los amigos.

 

Biombito jardinero. Sara Gómez.

 

Vicente Camarasa

EL MONASTERIO SUSPENDIDO

Tomado de http://jazminloboc.blogspot.com/2009/01/xuan-kong-si-el-monasterio-suspendido.html?showComment=1231029120000

 

En su blog, JV ha colgado una espectacular presentación del Monasterio Suspendido de Jintang (China), construido en el siglo VI y en el que se unen cultos confucionistas, taoístas y budistas

Si queréis verlo, pinchad aq

LOS SONIDOS INTERIORES. UN CONCIERTO DE CUENCOS TIBETANOS

  

La semana pasada tuve la oportunidad de asistir a un pequeño concierto de cuencos tibetanos que realizó mi maestro de taichi, Javier Colmenar.

Como ocurre siempre en todo lo relacionado con lo oriental, era música, pero distinta, sobre todo  en lo que se refiere al que la percibe. Me intentaré explicar mejor.

Nosotros, los occidentales, tenemos la costumbre (cómoda pero a la larga fastidiosa) de asistir pasivamente a las cosas. Escuchamos un concierto, vemos un cuadro o una escultura y todo nuestro gran interés es acumular información. Por eso nos fascina poder tener tal o cual grabación, realizar miles de fotos (con nosotros delante, tapando el monumento, si podemos), contar a los amigos nuestros viajes o (en el peor de los casos) amargarles la vida con interminables videos y pases de fotos.

Los occidentales somos así; capitalistas del recuerdo. Nos gusta acumular, clasificar por estrictas categorías, organizar, sacar diferencias y semejanzas… Todo ello está bien, pero como paso previo, no como fin. Si sólo coleccionamos, ¿para qué nos sirve esto? La propia colección se acumula en nuestras estanterías y ordenadores sin que pueda servirnos para otra cosa que la revisión una tarde de domingo lluviosa. No nos aporta nada más.

 

 

En un paso superior a esta colección algunos tienen la osadía de relacionar, de interrogar a los recuerdos para buscar sus causas, sus consecuencias o conexiones. Esta gimnasia mental necesita de esfuerzo, claro, pero asegura al menos que seguimos vivos y en el mundo, que somos sujetos activos, que generamos nuestra opinión e, incluso, podemos ser capaces de entender mejor nuestro presente, aprender de los errores y planificar el futuro. Esto fue la gran lección de la ilustración: el uso crítico de la razón nos hace más libres pero también más felices, no necesitamos de un dios que nos otorgue su atención constante.

Sin embargo aún existe un paso más allá de esto. Nos queda saber que la inteligencia o razón sólo es una de nuestras capacidades, no la única. Deberíamos descubrir lo que Oriente supo desde hace milenios (y que ahora la posmodernidad resulta que inventa con gran ruido de cohetes): somos también sentimientos, emociones… De nada nos vale saber si no utilizamos estos conocimientos para hacernos mejores, crecer. Como decía JV en uno de sus artículos, de nada nos vale la justicia sin piedad.

 

Toda esta larga digresión viene a cuento de unos cuencos, precisamente. De un concierto al que no se podía simplemente asistir, sino en el que hay que involucrarse. De una experiencia que se podía racionalizar (para el que quiera saber más de esta música y los armónicos le recomiendo que consulte ésta página) sino que había que sentirla, relacionarla con nosotros, interiorizarla para que el sonido te atravesara de un oído a otro, girara en tu interior y te provocara distintas reacciones.

 

 

Pero ni siquiera con eso era suficiente. Aquellos sonidos sin melodía iban mucho más lejos y te ayudaban a comprender sin razones numerosos conceptos para los que no tenemos palabras.

Comprendí entonces la constante tendencia del arte oriental por la metáfora, pues hay cosas que no se pueden decir, ya que al convertirlas en palabras se rompe su verdad. Es como la poesía cuando se explica, cuando sesudos investigadores intentan adjudicar valores simbólicos a los colores de Kandinsky, convirtiéndolo casi en un crucigrama de definiciones.

Pues yo durante aquella hora escasa pensé (no es la palabra correcta, tal vez, sintonicé) con la actitud de un poeta, con las sensaciones que me causan cada vez más Kandinsky Rothko Klein o Tápies. Fue un concierto de sensaciones frágiles como el aroma de una flor, que se aleja apenas percibido, como el susurro de las olas de la playa cuando terminas por no oírlas pero continúan allí, por la caída de esponja de los copos de nieve que veía el otro día.

Algo difícil de explicar, como lo es un beso o el amor, pero no por ello menos cierto. Sensaciones físicas que también eran espirituales; sonidos que te hacían flotar por dentro como lo hacen los cantos gregorianos de Silos y te invitan a confundirte con la penumbra de la iglesia, como si tú no fueras tú y te desintegraras levemente en un sueño de las manzanas de Lorca. Un sentimiento de plenitud y vacío, todo al mismo tiempo, en donde las ideas se disipaban como humedad en el aire, presente pero invisible.

 

Sólo eso. Todo eso

 

 

Vicente Camarasa

 

UNA IMAGEN ZEN

 

 

Acaso sea ésta la fotografía que más me gusta de mi último viaje a Marruecos, pues es tan simple como compleja, tan visual como profunda.

Es, simplemente, la sombra de una balaustrada de una escalera al amanecer. Es eso y tres cosas a la vez, la pared rosada del desierto, la escalera que no está en la imagen pero está presente en ella y a la vez el sol recién amanecido. Es todo el entorno de aquella mañana en una sola imagen, lo natural y lo artificial, el color, la luz pero también la sombra, la exquisitez de los balaustres que se apoya, existen, sobre el basto muro de adobe

. Algo simplemente complejo, toda la información reducida a su mínima esencia donde las cosas están presentes sin ser visibles. Una pequeña iluminación, al menos para mi

 

Las sombras de los bambúes rozaban la escalera,

pero sin levantar el mínimo átomo de polvo.

La luz desciende hasta el lecho del profundo río

pero las aguas no acusan la menor cicatriz

 

Chia Sang

 

Vicente Camarasa

TAI CHI

 

El tai chi es un arte marcial interno de origen taoísta que nos ayuda a conectar con nuestro maestro interior.

 

 

Tomado de http://ngenespanol.com/2007/10/13/vivir-de-forma-mas-sana

 

La práctica del tai chi nos enseña a estar relajados en lo cotidiano, a estar atentos a lo que está ocurriendo en nosotros y en nuestro entorno y de ese modo nos ayuda a armonizarnos con nosotros mismos y con el mundo exterior. Desarrollamos una actitud de apertura, esto es que estamos abiertos a los cambios que surjan, aceptándolos desde la atención y la relajación. El agua del río nunca asciende la montaña, busca el camino más natural y fluido y se dirige ladera abajo para fundirse con el mar. El tai chi nos enseña a conocernos mejor, a liberarnos de las capas que nos ponemos que nos alejan de lo que realmente somos. Dirige esta pregunta hacia tu interior con frecuencia sin buscar una respuesta racional o lógica: ¿quién soy yo? El tai chi puede transformarse en una meditación en movimiento en la que se funden sin esfuerzo la respiración, el movimiento y la atención.

 

 

Hemos dicho antes que el tai chi es un arte marcial, pues los movimientos tienen una aplicación para la defensa personal. Sin olvidar el aspecto marcial, para poder poner intención y fundamento en los movimientos hay otro aspecto del tai chi que merece una especial atención: el tai chi es un Arte. Con práctica y perseverancia, llega un momento en que uno se encuentra con una gran belleza mientras realiza los movimientos y, de la serenidad, surge un sentimiento de unidad que abarca el universo entero. El tai chi es como la Escultura. Uno mismo se va tallando, liberándose de aquello que no es realmente útil para que se exprese lo auténtico que todos llevamos dentro. El tai chi es como la Pintura. Los movimientos están en el lienzo del espacio y del aire. Es como si el cuadro ya estuviera pintado y sólo espera que te sueltes, que dejes que el pincel vaya donde tenga que ir y de repente todo surge sin esfuerzo y en medio de un océano de gozo inconmensurable estás tu y a la vez desapareces fundiéndote en sus cálidas aguas de vibrante energía.

 

 

Aquello que quieres conseguir realízalo en ti ahora. Durante la práctica utilizamos la técnica de la sonrisa interna, que consiste en mantener una actitud positiva de alegría impregnando todo nuestro ser de amor. Si quieres que tu entorno sea amoroso y sereno comienza por desarrollar amor y serenidad en tu interior. Tu entorno es un reflejo de ti.

 

       

 

El tai chi te enseña a tomarte las cosas con calma. La paciencia es la ciencia de la paz. Para aprender los movimientos se requiere paciencia y constancia. Lo realmente importante no es la meta sino el proceso que estás viviendo ahora, disfrútalo.

 

El tai chi te recuerda cómo es tu respiración natural. La respiración natural surge cuando estamos atentos al proceso respiratorio, y poco a poco se va disolviendo la tensión que no es necesaria. Para relajarte no tienes que hacer nada. Tan solo permanecer atento y bien despierto. Sé como un gato al acecho de un ratón, relajado mientras espera su oportunidad.

No te tomes la práctica de tai chi demasiado en serio, al igual que la vida. Seamos como niños que lo miran todo con ojos nuevos llenos de júbilo, rebosantes de energía. La solemnidad crea tensión. La tensión bloquea el flujo de energía y la naturaleza de la energía es el movimiento continuo, por tanto, relájate y diviértete practicando.

 

 

Puede practicar tai chi todo aquel que tenga pies y el que no tenga pies también. Puede practicar tai chi todo aquel que tenga cabeza y corazón y el que no tenga cabeza y corazón también. Creo que tu también puedes practicar tai chi.

 

Los movimientos de tai chi se aprenden por imitación y con práctica y constancia se aprende a sentirlos, de forma que surjan de dentro de cada uno, desde el equilibrio entre el sentimiento y la razón. Hay tantos estilos de tai chi como practicantes. Todos los estilos son perfectos. Debemos respetar la evolución de cada practicantes, sin comparaciones, pues siempre habrá alguien que aparentemente realice la forma de tai chi mejor o peor que tu, técnicamente hablando. Pero quién puede juzgar el aspecto interno, el aspecto meditativo, la sensación de calma y paz, de bienestar interno, de estar viviendo y disfrutando de cada instante durante la práctica de la forma. Si uno siente la belleza en su interior se transmite hacia el exterior. La técnica es importante para asentar las bases de una práctica correcta, pero también es importante, llegado el momento, abandonar la técnica, en el sentido de dejar que surja el movimiento desde dentro, dejar que se exprese el sentimiento desde el corazón. El tai chi es un ARTE.

 

Texto. Javier Colmenar (Profesor de Tai chi)

Fotografías (excepto  primera). Vicente Camarasa de la Serie Lugares Sagrados