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EL VALLADOLID DE GREGORIO FERNÁNDEZ

Ahora que el AVE nos pone Valladolid a menos de una hora sería el momento perfecto para volver a visitar la ciudad que llegó a ser corte con Felipe III.

Sin embargo hay varios valladolides, y en este artículo nos vamos a dedicar a dar las pistas para visitar el que forjó Gregorio Fernández, uno de los grandes imagineros de nuestro arte barroco que, ajustando los horarios, se podría visitar en un solo día, sin necesidad de hacer noche. (En realidad, y visto de esta manera, los cincuenta y tantos euros que vale el Ave se amortizan bien, pues no es necesario coger un hotel)

 

Alumno de un imaginero de segunda fila (Rincón) sus influencias serán múltiples, desde los paños duros flamencos que aprendería de los primitivos flamencos, a los imaginaros manieristas de la 2º generación (Berruguete y Juan de Juni) que habían recogido el nuevo lenguaje de Miguel Ángel y lo habían adaptado a la tradición hispana del trabajo en madera, creando las técnicas del encarnado (para la piel desnuda) y el estofado (con pan de oro y pintura para crear la sensación de tejidos bordados con oro). De todo ello saldrá una escultura elegante en sus cuerpos (acaso aún un poco alargados pero perfectamente definidos en lo anatómico) y de gran fuerza expresiva que contrasta con la mayor dulzura de lo  andaluz.


 

Quizás la primera parada sea el Museo Nacional de Escultura, aunque ahora se encuentre en un edificio anexo y tenga una gran parte de su colección guardada en almacenes. Sin embargo, lo que hay es suficiente para dejarse alucinar y ver sus más claros precedentes (Berruguete y Juan de Juni, con el Santo entierro como una de las cimas de su arte). El arte de Gregorio Fernández se encuentra representado por alguna de sus principales tallas, como la Piedad flanqueada por los dos ladrones. En ellas ya está toda su fuerza expresiva, sus paños de plegados flamencos o la maravillosa policromía realizada por  Valentín Díaz)

 

 

 

La segunda visita bien podría ser la Catedral, comenzada por Herrera en su típico estilo escurialense, y aún inacabada. En ella está el museo Diocesano y, de nuevo, Gregorio Fernández. Su famoso Ecce Homo, una de sus obras cumbres. A mi gusto es su mejor talla, un desnudo casi completo de Cristo con una anatomía espectacular y una mirada de suave desconsuelo que los postizos hacen aún más triste.

 

 

 

La tercera parada es una iglesia cercana a la plaza mayor (la que inspiraría la de Madrid). Es la Iglesia de la Vera Cruz y en ella tiene su sede la cofradía del mismo nombre que tiene un verdadero tesoro que cada Semana Santa sale a las calles (aunque en pasos ¡llevados sobre ruedas!). Un paso de varias figuras: el descendimiento, y dos tallas individuales: un nuevo Ecce Homo (sentado, un Cristo de la Paciencia, como le llaman en Andalucía) y un Cristo atado a la columna de una cara inolvidable

 

 

 

Si aún nos queda tiempo, deberíamos pasarnos (junto a la catedral) por la iglesia de de las Angustias, pues en ella se encuentra una talla (del mismo nombre) de Juan de Juni, en un camarín junto al altar. La cara y expresión son verdaderamente espectaculares.

 

 

 

Como se ve todo un festín de arte renacentista y barroco de la mejor calidad que sólo Sevilla puede igualar.

Eso más las tapas y los vinos de la Ribera del Duero que se pueden tomar por un precio asequible junto a la plaza mayor (Si os ponéis mirando al Ayuntamiento estas calles se encuentran a vuestra izquierda)

 

Para saber más de él en nuestro blog Palios

 

Vicente Camarasa


2 comentarios

Nuria -

Tengo que reconocer que no he estado nunca en Valladolid. A mí me gusta Gregorio Fernández (aunque, no sé por qué en los exámenes me diera por llamarle Gómez de Mora), de hecho, bastante más que los andaluces. Supongo que porque es como más tétrico.

Cris Xococrispip -

Ufff.Arte español...y sobre todo escultura española...Por qué lo odiaríamos tanto y encima caía siempre??Qué horror!!jajajaj