LOS JARDINES ORIENTALES (I). LA SEGUNDA NATURALEZA
Tomado de
Una brisa susurra, ligera, entre los juncos;
Abro la puerta: es una lluvia de luna que invade el lago (…)
En esta noche profunda en la que hombres y cosas se ignoran,
Solos, mi cuerpo y mi sombra juegan.
El oleaje nocturno dibuja versos de tierra sobre la orilla;
La luna que se cae se agarra a los sauces como araña suspendida
(Su Che, 1035-1100)
En el mundo oriental será China quien inicie su peculiar historia de la jardinería en la que iremos viendo diversos modelos (jardines imperiales, de letrados…) e influencias (taoísmo, confucionismo, budismo) que irán evolucionando en el tiempo e influirán de forma directa en el mundo japonés.
Sin embargo, y antes de introducirnos en sus distintas variantes, deberíamos hacer una pequeña introducción sobre alguno de los elementos fundamentales del su concepto de naturaleza y, derivado de él, de jardín.
Como ya se ha visto, la Naturaleza y su relación con el hombre es muy distinta en el ámbito oriental que en el occidental. Mientras el europeo intentó desde el primer momento hacer jardines como una forma de dominar la naturaleza, considerada en gran parte hostil, el oriental intentará en todo momento integrar el jardín en la Naturaleza para acercarla al hombre y hacerle partícipe de los ritmos de la naturaleza. No habrá, por tanto, grandes divisiones entre jardín y entorno, que, aunque separado por un muro, se intentará integrar, siendo el interior tan cuidado como el exterior para que la vista consiga confundirlos e integrarlos en un todo. Por ello, a la hora de planificar el jardín, se intentará tener en cuenta su entorno, normalmente boscoso o las propias montañas, que se incluirán en el proyecto.
Tomado de http://www.zazen.es/mkyoto.html
El espectador podrá así pasar de lo interior a lo exterior sin ningún tipo de choque visual, y las copas de los árboles exteriores se confundirán con los motivos interiores, haciéndolas de telón de fondo, al igual que las montañas reales que se convertirán en ecos de las construidas.
Tomado de http://www.construyendounacasa.com/2008/02/21/jardines-japoneses
Siguiendo esta idea, el jardín, salvo raras excepciones como el jardín zen japonés, huirá de las formas geométricas (demasiado humanas) y se lanza a las formas curvas e irregulares. Esto es visible desde sus famosos puentes curvos que tanto fascinaron a los impresionistas (les hemos terminado por llamar puentes japoneses, aunque su origen sea chino), a los arroyos serpenteantes y con orillas pedregosas, cascadas naturalizadas, grandes lagos de bordes inciertos… Sólo la arquitectura será regular (jugando así a la típica contradicción del yin yang) creando una contradicción dinámica entre lo natural y lo artificial)
Tomado de http://www.amueblarcasa.com/jardin/21/el-jardin-japones-un-universo-en-miniatura
Por otra parte, y como es también habitual a partir del taoísmo (y reforzada luego por el budismo) el jardín (como cualquier realidad) tiene una doble dimensión: la de su propia materialidad que es percibida por los sentidos) y la de ser un ejemplo, una metáfora de la armonía universal (Ki). Todo se refiere a todo, cada cosa es el índice de la universalidad, pues todo se encuentra relacionado y en plena mutación.
Este ideario (vitalista, antirracional, profundamente intuitivo y subjetivo) será el responsable, entre otras cosas, del empleo de una vegetación que con sus cambios estacionales marque el paso el tiempo como uno de los grandes temas budistas (lo efímero), con sus famosos almendros y floración que indique la primavera, o la utilización de especies de hoja caduca que alcancen gran esplendor en otoño, marcando el paso al invierno por medio de un estallido de colores.
Tomado de http://www.aguasingas.com/index.php?pg=expos_visites/hasselt_aster1
De la misma forma el agua, se mostrará dinámica o reposada, como río o como lago, hablando del paso del tiempo pero también de la serenidad que ha de alcanzar el budista o taoísta que, de tan introducido está en la Naturaleza, que se mueve con ella en sus ritmos cíclicos, un movimiento constante que parece quietud, como sería el círculo, tan utilizado en el arte zen.
Para reforzar esta sensación irracional pero cierta, será habitual la presencia a la poesía que, como el título de un cuadro, ayudará al paseante a comprender los valores del jardín
Así habrá pabellones en donde se escucha el fluir del viento entre los pinos, aquellos desde los que se observa levantarse la niebla desde los estanques o por los querube el olor del bosque…, toda una serie de suaves pistas para que la experiencia del jardín se vuelva sinestésica, haciendo utilizar todos los sentidos para, como dice Baridon, crear espacios que buscan la serenidad; lugar propicio a la meditación y los amigos.
Biombito jardinero. Sara Gómez.
Vicente Camarasa
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