LA SEMANA SANTA - PERVIVENCIA DE LA FE Y DEL ARTE BARROCO
Martínez Montañés. Pasión. Sevilla.
En el siglo XVII, la Iglesia Católica en su afán por reforzar la fe, inspirada en la doctrina que manaba del Concilio de Trento, potenció las cofradías o hermandades, sobre todo las llamadas de penitencia, una de las muchas medidas orientadas a frenar las dudas suscitadas por el protestantismo, quizá por ello, se desarrolló una estrategia iconográfica y un afán por crear imágenes con un denominador común: “el realismo religioso”. España con múltiples talleres regionales de escultores imagineros, desplegó toda su capacidad artística, creando bellas imágenes de madera policromada que conforman actualmente un valioso patrimonio artístico y espiritual. Al incalculable número de obras creadas en aquel tiempo, hay que añadir las realizadas en siglos posteriores e incluso a lo largo del siglo XX, a la vez debemos considerar la obra creada y exportada a la América Hispana.
Merece destacar el importante papel desarrollado por las mencionadas cofradías, asociaciones de hermanos para atender necesidades espirituales y materiales, practicaban la caridad, sufragaban hospitales con donaciones, acogían a enfermos, a pobres, incluso asistían en los últimos instantes de la vida. Entrega desinteresada a los necesitados, pauta de comportamiento cristiano como mandan los evangelios, hecho, que en la actualidad, está presente en muchas hermandades.
Carretería. Sevilla
Las agrupaciones o cofradías, encargaban imágenes o pasos a talleres de afamados artistas, en ellas volcaban toda su fe y organizaban procesiones recorriendo calles día y noche, recordando con ello la pasión, muerte y resurrección del hijo de Dios. Estos pasos, sobre estructuras de madera, eran portados a hombros y acompañados por un séquito, los llamados penitentes, junto a multitud de devotos contemplando “la procesión”.
El nombre de paso proviene de passus-escena de procesión, y alude a la pasión de Cristo hijo de Dios, pasos que representan momentos de gran intensidad dramática, representación cronológica de la Semana que se inicia con la entrada de Jesús en Jerusalén y concluye con la Resurrección. Destacan pasos de una sola figura o grupos escultóricos como El Camino del Calvario, La Crucifixión. el Descendimiento… el nombre de paso está casi en exclusiva vinculado a imágenes de uso procesional, diferentes son las imágenes destinadas a retablos o altares y que excepcionalmente salían a la calle en procesiones rogativas o las vírgenes y santos patronos para la fiestas locales.
Salvador Carmona. Cristo de los Estudiantes. Madrid.
El hecho artístico en forma de imágenes venía a representar los instantes más dramáticos vividos por Jesús el Nazareno, María su madre y los discípulos que le siguieron; estas composiciones, de gran naturalismo a veces casi expresionista, tenían como finalidad estimular la fe del creyente, provocar un espíritu devoto y servir como medio de instrucción a los fieles, con todo ello se desarrolló un impulso emotivo y el despertar de los sentidos, al ver el sufrimiento del hombre-dios que murió y resucitó para redimirnos, hecho que se recuerda cada año en esa Semana de Pasión y Gloria.
Pedro Roldán. La quinta Angustia. Sevilla
La noche era y es, propicia para crear este ambiente espiritual de silencio y penumbra, de colores y olores, que persuaden al que cree y al que duda, acercando el hecho religioso al vivir de cada día.
Según los postulados de la Reforma Católica, resulta más fácil educar con los sentidos que con la razón.
La Semana Santa era el marco de concentración de la piedad y representaba la capacidad de sufrimiento de quien participaba en ella, sobre todo de los hermanos, escenificada en templos y calles, en estas, los cofrades, dentro de sus túnicas, llegaban a flagelarse el cuerpo como acto de purificación y penitencia, el pueblo participaba con sus rezos y llantos, creando un espectáculo conmovedor de fe y arte, de escenografía en plena calle, que aún hoy, se hace presente en muchos rincones de España como pervivencia de la fe.
Ruiz Gijón. El Cachorro. Sevilla
Toda España, en especial Castilla con Valladolid como centro y Andalucía con Sevilla y Granada, desplegaron todo su afán por esta realidad que ha llegado a nuestros días, lugares donde pervive la fe, las tradiciones, la identidad local. La austeridad de Castilla propicia un catálogo de imágenes que exhiben el dramatismo y la crudeza de la pasión, que llega a su máxima expresión en los yacentes de Gregorio Fernández, maestro que proyectó sus obras en colaboración con pintores, doradores, etc., que trabajó siempre la madera policromada de tradición hispana, sus imágenes de exagerada expresividad, de realismo extremo, al entrar en comunicación con el creyente, debido a la facilidad interpretativa de los planteamientos estéticos e ideológicos, resultaron muy eficaces.
Gregorio Fernández. Piedad. Valladolid
Andalucía por su parte, muestra sus imágenes llenas de sentimiento, de aroma, de luz, de color, buscando más la belleza natural que el dramatismo, nazarenos sufrientes como El Gran Poder, crucificados apolíneos como El Cachorro, vírgenes adolescentes llenas de dolor, dulzura y fastuosamente aderezadas como La Macarena o La Esperanza de Triana, una gran variedad de modelos nacidos en los talleres de Montañés, Juan de Mesa, Roldán, etc. La formas han evolucionado pero los conceptos no tanto, al llegar la primavera, cada región, ciudad o pueblo, se prepara para vivir este hecho espiritual y artístico de gran teatralidad barroca, de gran arraigo en nuestra cultura, de controversia, de seña de identidad que pervive, que evoluciona, que se transforma, que interpretamos, que nos define, que está presente y estará.
Juan de Mesa. Gran Poder. Sevilla.
Texto y fotografías: Juan Aranda
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