ALGUNAS PREGUNTAS DE LA NOCHE EN BLANCO
¿Cuándo empieza esto? Pues vaya… y, ¿sólo es esto? Esta cola, ¿para qué es? Y Aquí ¿qué hay? XD, XD, XD…
Salí a la calle, la verdad que sin muchas expectativas (el año anterior me volví bastante frustrada). La primera parada fue ante la pantalla ¿gigante? del teatro de la opera para intentar ver “Cavallería rusticana”. Cual fue mi sorpresa que pudimos disfrutar de silla y todo. A los cinco minutos de empezar la representación, comenzó el movimiento y el sonido ambiente: un continuo ir y venir de gente que se sentaba, levantaba… y ¡charlaba! Gente llena de prisa (y bastante maleducada) que no sabían estarse quietas durante la escasa hora que duró la representación. Y yo preguntó: ¿a qué fueron? (esto estaba claro que era una ópera)
Después nos acercamos al templo de Debod para ver la instalación del mar: consistía en una iluminación especial del templo acompañado del sonido de las olas del mar. La gente llegaba en riadas y se distribuía alrededor con las expectativas muy altas y dispuestas a esperar: “¿cuándo empieza esto? No. Esto no empieza. Es esto. Pues vaya y… ¿sólo es esto?”
Continuamos paseando por la Gran Vía en busca de los famosos patitos de la Cibeles (Los patitos estaban a la altura: francamente me pareció una de las mejores propuestas de la noche). Por el recorrido fuimos encontrando varias instalaciones más y, por supuesto, las mismas frases: ¿Aquí que se ve? ¿Esta cola para qué es? Ah, ni idea, nosotros nos hemos puesto aquí porque había gente.…. Por Dios, por Dios, por Dios
De Cibeles al Reina Sofía surge una nueva pregunta: ¿Por qué la gente es capaz de esperar una cola de dos horas para entrar a ver un museo que ignora durante el resto del año? Los cuadros que hay dentro son los mismos y además también hay muchos horarios en los que el museo es gratuito. ¿Merece la pena?
Reflexión de vuelta a casa mientras viajabas como sardinas en latas en un metro que tarda diez minutos en llegar a la estación: Realmente ¿merece la pena la cantidad de dinero que nos gastamos entre todos para pagar la noche en blanco o no sería lo mismo si la ciudad fuera simplemente peatonal y la gente pudiera pasear por la Gran Vía, la Calle Alcalá y el paseo del Prado en una noche de luna llena?
Yo creo que igualmente los madrileños estarían en la calle, pues lo que realmente nos ilusiona es hacernos una foto sentados en la mitad de la calzada de la Gran Vía.
Cayetana
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Pilar -