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ELOGIO A LA NO CIUDAD. ALEGATO A UN PUEBLO

Las torres de la Castellana desde Campo Real

 

Yo he nacido y he vivido siempre en Madrid y, pese a todos los inconvenientes, no me veo viviendo en una zona rural. Me gusta la Naturaleza o pasar un fin de semana en una zona apartada pero no me veo pasando un día tras otro en un pueblo, viendo a la misma gente, sin el anonimato ciudadano, sin museo, sin multitudes, sin metro o, simplemente, sabiendo que existen numerosas partes de mi propia ciudad que aún no conozco y que, aunque no lo haga nunca, siempre se encuentran aquí, esperando que las vea.

Sin embargo hoy he tenido que repensar el tema.

Ahora trabajo en un Instituto muy cercano a Madrid pero que, afortunadamente, aún es agrícola. Desde él se ve una maravillosa vista de la capital y el metro llega muy cerca, pero sin embargo no es la ciudad. Campo Real y todo su entorno no se han convertido en ciudad dormitorio y aún conservan otro ritmo de vida, una forma distinta de pensar o, al menos, de entender la realidad. Hoy me lo han enseñado mis alumnos de 3º de ESO cuando comenzábamos a explicar la demografía  y el hábitat rural y el urbano.

Me han dado tantas razones, tan convincentes de su escala de valores, que no he tenido más remedio que escribir este artículo, el de un urbanita acaso demasiado soberbio de su ciudad y dejar hablar a los que aman a su pequeño pueblo y hacen un alegato sobre él.

 

 

Valdilecha (Madrid)

 

Para empezar os comentaré que en un pueblo creo que se encuentra una tranquilidad que en mayor parte de la ciudad es imposible de encontrar; no hay ese ruido diario de sirenas de ambulancias, atascos por las mismas calles, camiones repartiendo encargos de tiendas desde primera hora de la mañana … En cambio en un pueblo es casi imposible encontrar todo este “follón” y, a la hora de salir por ah,í por suerte existen muchas vías de transportes públicos que te pueden desplazar a la ciudad o a cualquier otro sitio en muy poco tiempo.

Yo personalmente tomo muy en cuenta eso de salir a la calle y dar los buenos días a las personas pero cuando vas por la ciudad y parece que te encuentras en otro mundo con gente extraña, y eso no me gusta nada.

En la ciudad, como bien sabemos, se encuentra un grandísimo nivel de contaminación y en algunos casos puede ser muy perjudicable para la salud. Por el contrario, en un pueblo apenas existe contaminación.

Los edificios están totalmente unidos y cuando paseas por la ciudad no ves más que edificios y más edificios: esto me da la impresión de que estoy encerrada entre paredes. Pero cuando vas por el pueblo ves muy pocos edificios y muchas más casas te dan una impresión de alivio. En un pueblo la gente se habla con todo el mundo, y por decirlo de alguna manera, somos como una numerosa familia; en cambio en una ciudad la gente es muy suya y pasa más de los demás.

En resumen: yo pienso que con todo lo grande que sea la ciudad y lo pequeño que es un pueblo, un pueblo me da el descanso, la seguridad y la humanidad que en una ciudad no logro encontrar.

 

Villar del Olmo (Madrid)

 

Damaris Ruiz y Vicente Camarasa

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