VELÁZQUEZ. UNA SOLA SOMBRA
Tomado de wikimedia.org
Velázquez nunca deja de sorprender; cuanto más se mira, nuevas cosas se aprenden sobre él. Pues, en su maestría, hace tan fácil lo difícil que hay que fijarse mucho para darse cuenta de su genialidad.
En este caso se trata de una sola sombra, algo tan simple. El poseedor de la misma fue un bufón, Don Pablos de Valladolid, mitad loco, mitad actor, que deambulaba por la corte de Felipe IV.
Además de la fuerza expresiva de su pose, del maravilloso color negro de su traje, lo que más ha llamado siempre la atención es la pequeña sombra que surge de sus pies, muy pequeña, pero lo suficiente para que la figura no flote en un fondo indeterminado en el que (al contrario de lo que era habitual) ni siquiera se ha pintado la línea horizontal que separaría suelo y pared.
Con ese simple gesto pictórico Velázquez consigue crear un espacio propio en donde posar la figura. Un truco genial de este pintor que, al contrario de lo que habitualmente se cree, nunca fue un realista, sino que fingió serlo, engañándonos siempre con unas apariencias que sólo son puro (pero genial) teatro, como el que hacía Don Pablos.
De nuevo, el pintor que mejor supo ver a Velázquez, Manet, tomo también nota de este detalle para algunas de sus obras, como su famoso Pífano), mucho más discretamente.
Manet. El Pífano
Tomado de wikimedia.org
0 comentarios