El Mont Saint Michel, Maravilla de Occidente.
Foto por cortesía de Juan Aranda
La primera vez que se llega al Mont Saint Michel con la marea baja no es nada extraño pensar que se trata de una broma, de un engaño para los turistas. Ciertamente es impresionante la visión de la ciudadela amurallada coronada por la abadía, rodeando el monte, pero no parece posible que, en ningún momento, el mar llegue simplemente a acercarse a ella.
El monte está situado entre campos y extensiones de arenas movedizas (con fama de haberse cobrado unas cuantas víctimas y que alimentan incluso alguna que otra leyenda) que se confunden en el horizonte, donde apenas sí se alcanza a vislumbrar el mar, a 20 kilómetros de distancia cuando las mareas son más bajas. Sólo los constantes horarios colocados por doquier y la excesiva humedad del suelo anuncian lo que va ocurrir.
Y entonces sucede. De forma aparentemente lenta al principio e increíblemente veloz después, el lejano mar comienza a acercarse ola a ola, hasta que sin pararse ni un momento, el monte queda convertido prácticamente en una isla (aunque actualmente queda ligado al continente por la Grande Rue, única carretera de acceso).
Saint Michel con marea alta
Tomada de http://es.wikipedia.org/wiki/Imagen:France-Mont-Saint-Michel-1900_bordercropped.jpg
Ubicado entre las regiones francesas de Bretaña y Normandía, el Mont Saint Michel fue un importante lugar de peregrinación desde la Edad Media, una fortaleza disputada por ingleses y franceses en la Guerra de los Cien Años, una prisión durante la revolución Francesa, y un núcleo de leyendas que se remontan a la fundación de la abadía.
Se cuenta que el propio arcángel San Miguel se apareció una noche en sueños a San Auberto, obispo de Avranches, para exigirle la construcción de un oratorio en el Monte Tumba, tocándole en el cráneo con el dedo (según otra versión, lo atravesó con su espada) para dejar una prueba tangible a toda la humanidad (al parecer, la calavera del obispo se conserva aún con el agujero que le hizo el arcángel). Así pues, San Auberto erigió un santuario dedicado a San Miguel en el año 708, hace exactamente trece siglos.
En el año 966 el duque de Normandía ordenó que se trasladara al monte una comunidad de monjes benedictinos, quienes comenzaron a construir la abadía, que se fue ampliando a lo largo de los años, desarrollándose un pequeño pueblo en torno suyo. Pronto comenzó a recibir numerosos peregrinos y su fama se extendió, comenzando a ser dándosele incluso el nombre de “Maravilla de Occidente”.
Además de su función religiosa, las gruesas murallas y fortificaciones de la ciudadela, sumadas a la situación geográfica del lugar, hicieron del Mont Saint Michel una fortaleza inexpugnable durante la Guerra de los Cien Años, convirtiéndolo en un lugar simbólico de la identidad nacional.
Con la Revolución Francesa, la comunidad religiosa fue disuelta y la abadía utilizada como cárcel hasta 1863. Desde finales del siglo XIX ha sido objeto de numerosas restauraciones.
Fue incluido en la lista de patrimonio mundial de la UNESCO en 1967 y actualmente es uno de los enclaves turísticos más importantes de Francia.
Foto por cortesía de Juan Aranda
La abadía posee un plano bastante original, debido a los problemas topográficos (tuvo que adaptarse a la forma piramidal del peñón, rodeándolo).
La iglesia abacial, construida a principios del siglo XI, se encuentra a 80 metros sobre el nivel del mar, colocada sobre una plataforma de 80 metros de largo compuesta por varias criptas subterráneas que ayudan a sostener el gran edificio (como la cripta de San Martín, que también se comunica con el osario de los monjes).
Interior iglesia. Zona románica. Foto por cortesía de Juan Aranda
El coro de la iglesia fue destruido por un incendio y reconstruido en el siglo XIV en estilo gótico flamígero (el gótico más tardío, con mayor importancia en la decoración), ornando y llenando de luz a la oscura y austera iglesia románica. Para sostenerlo se necesitará otra cripta más, “la de los gruesos pilares”. Como cubierta se utiliza una bóveda revestida de madera, elemento muy típico de la arquitectura normanda, que también aparece en otros edificios de la abadía, como el refectorio
Interior iglesia. Coro gótico. Tomado de http://www.sacred-destinations.com/france/mont-st-michel.htm
No se conserva la fachada original de la iglesia, sino la neoclásica que se construyó en el siglo XVIII. A finales del siglo XIX, se coronó la iglesia con una aguja neogótica rematada por una estatua de San Miguel en cobre dorado.
Junto a la iglesia y primer monasterio románicos, comienza a construirse en el siglo XIII La Merveille, una gran ampliación de la abadía. Se trata de un edificio de tres pisos situado en la pendiente del peñasco, sostenido con enormes contrafuertes y con una estructura cada vez más ligera según se avanza hacia la cima, para facilitar la sujeción.
Los tres niveles de La Merveille reflejan la jerarquía monástica: los monjes vivían en el nivel superior (el más cercano al cielo), entre el claustro, el refectorio y la iglesia. Los nobles recibidos por el abad se alojaban en el nivel intermedio, mientras que peregrinos y soldados utilizaban el inferior.
De La Merveille destacan ante todo el refectorio (una nave larga y estrecha inundada de luz por los ventanales que cubren sus muros laterales) y el claustro, lamentablemente muy mal conservado, por lo que se encuentra restaurado casi por completo.
Refectorio
Tomada de http://www.sacred-destinations.com/france/mont-st-michel.htm
Claustro. Foto por cortesía de Juan Aranda
Personalmente recomiendo visitar el Mont Saint Michel a todo el que tenga la oportunidad de hacerlo. Además de las increíbles mareas o de la belleza de la abadía, recorrer las calles de la Ciudadela es como volver a la Edad Media, aunque desgraciadamente, la enorme cantidad de turistas que plagan el Monte y sus alrededores (y más este año, que se cumplen los trece siglos desde su fundación) quizá hagan un poco más difícil disfrutar de este lugar único.
Para terminar me gustaría recomendar también a los que vayáis alguna vez por esta zona una visita a la cercana Saint Malo, una preciosa ciudad fortificada al borde de la bellísima Costa Esmeralda.
Nuria Zapardiel
Gótico;SaintMichel;LaMerville;SanMiguel;peregrinaciones
7 comentarios
migel sanchez -
xdxd
k te lo pases bien
firmado "migel sanchez"
pepe -
j.diaz -
Cris Xococrispip! -
Laura -
Una de las cosas que me han llamado más la atención son las arenas movedizas, siempre he querido verlas en acción.
Son los rincones como estos los que aún conservan la belleza del mundo que destruímos cada día.
Margot -
Me encanta Saint Michel...recuerdo que me explicaste ochenta veces que si bajaba la amrea y se qedaba rodedao de tierra q si subia le rodeaba el agua y yo te decía...-YA LO SE NURRRRRR-.Quieres saber cómo? Cierto anuncio de pepsi que grabó la selección española hace tiempo fue grabado ahí, y además mi profesora de framcés del antiguo cole nos estuvo rato largo hablando de cuan maravilloso es.
Y lo es, sin duda alguna, es una fortaleza natural....no sé Nur, el típico castillito pequeñin al que nos iremos a vivir juntas cuando seamos mayores ehh!
Me encanta que lo hayas hecho de él...no sólo es una obra de arte sino algo que me llamó la atención caundo era más pequeña....gracias por haberlo hecho de Saint Michel Nur...
tE QUIERO PEQUEÑA NOVIA DE... ¡Está vivoooooooooo!
Guille -