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GIOTTO. Análisis y comentario de la muerte y ascensión de San Francisco

Tomado de La Salle

Tema. El fragmento nos presenta la muerte y ascensión a los cielos entre de ángeles de San Francisco, rodeado de los monjes de sus órdenes así como otros personajes (izquierda) relevantes de la época.

Técnica. Como es evidente el soporte es la propia pared, utilizando como técnica el fresco, que usa como aglutinante el huevo y se aplica sobre una capa de yeso fresco (enlucido).

La composición parte de la imagen yacente del santo que marca una gran horizontal central. En torno suyo, tanto arrodillado como en pie se coloca al resto de los personajes que insisten en la vertical y crean un gran recuadro que lo envuelven. Para evitar la monotonía el autor ha ido introduciendo algunas figuras en diagonal que cierran más el grupo en torno a la cabeza de San Francisco

Línea. Bastante poco detallista, predomina sobre el color. Su interés por el volumen hace que en muchas ocasiones se utilicen formas geométricas básicas.

La luz es uno de las grandes novedades del cuadro, pues permite que las amplias capas de pliegues paralelos generen claroscuro y vuelvan así tridimiensionales a las figuras. Su función es meramente representativa.

Los colores son pálidos (en gran parte a la mala conservación del fresco), jugando con gamas cálidas en la parte inferior (marrones, rojizos) mientras que el cielo, al contrario de lo que era tradicional, renuncia al pan de oro para utilizar un azul intenso que le dé más realismo a la escena, figurando el cielo.

La perspectiva es reducida pero existente. En realidad, más que crear un marco espacial en donde situar las figuras, son la posición de éstas la que generan un entorno circular que rodea al santo. Para ello recurre a filas de personajes que profundizan en los espacios laterales u otras, arrodilladas, que se colocan delante de la escena principal, separándola así del espectador

Las figuras se mueven entre la solemnidad que en algunos momentos puede llegar al hieratismo y la isocefalia (laterales) y la expresión en distintos grados de los monjes que rodean al santo. En ellos podemos observar diversas emociones (la admiración de unos, el arrobo de otro, el llanto) que resultan verdaderamente novedosos dentro del contexto gótico

 

Tomado de Wikipedia

COMENTARIO

Tanto el tratamiento de la perspectiva como el volumen o la expresión son habituales de la pintura trecentista del Giotto, uno de los autores más importantes de toda la historia del Arte.

Gran parte de su grandeza deriva del cambio que supo imprimir a la pintura gótica, dando las claves de lo que será una de las principales corrientes de la pintura renacentista del Quattrocento (Masaccio, Ucello, Piero della Francesca…), que se interesará por la realización de un espacio lógico en donde situar, de forma natural, figuras tridimensionales. Junto a ello es también un verdadero adelantado frente al Renacimiento en el carácter tan cercano a lo antropocéntrico, en donde lo humano (más que lo verdaderamente divino) es el gran protagonista de sus pinturas, dando a sus figuras una majestuosidad e importancia nunca vista hasta entonces. (Esto es, en gran parte, fruto del pensamiento de San Francisco, que recupera la importancia del hombre, la naturaleza y los sentimientos)

El arranque de este tipo de pintura la podemos buscar en su maestro, Cimabue, que ya intenta dar una mayor naturalidad y humanidad a las figuras, oponiéndose así a la escuela sienesa (Duccio y más tarde Simone Martini) que mantiene mayores conexiones con el gótico. La comparación entre ellas hace ver aún más claro el humanismo, sobriedad y naturalismo de la escuela florentina que renuncia al pan de oro tradicional o a los gestos terriblemente bellos (lo que será la grazia renacentista de un Fra Angelico o un Botticelli).

Frente a ellos y su dibujo ondulante o colores suaves, Giotto opone unas figuras geométricas, voluminosas, que apenas detalla más que en lo esencial para conseguir la expresión de sentimientos sencillos pero auténticos, mucho más cercanos al pueblo llano que ve en estas figuras seres parecidos a ellos mismos, con un Dios fácil de comprender y profundamente lleno de emociones.

Por su contra, la pintura sienesa buscará su público entre la élite a la que atrae con su lujo y su exquisitez. No es extraño, por tanto, que el éxito de este tipo de pintura triunfe en las grandes cortes y termine por desarrollar un estilo tan sofisticado, elitista y delicado como será el gótico internacional de principios del XV (Las Muy Ricas Horas del duque de Berry, hermanos Limbourg)

Vicente Camarasa

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