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SAN GEREÓN. LA MÁS ESPECTACULAR IGLESIA ROMÁNICA DE COLONIA

 

De las 12 iglesias románicas de Colonia, la Basílica de San Gereón es indudablemente la más bella e impresionante. Lleva el nombre del primer mártir pacifista cuyo sarcófago se encuentra en la cripta subterránea del templo. San Gereón fue un soldado romano de Colonia quien después de convertirse al cristianismo, se negó a matar, y por ello el emperador Maximiniano mandó decapitarlo junto a 318 otros de su legión en el año 304 (así la leyenda). Más tarde, Santa Elena, madre de Constantino, primer emperador romano quien se convirtió al Cristianismo, tomó la iniciativa de construir una primera basílica para las reliquias de San Gereón ya en el Siglo IV. Posiblemente, aquella basílica antigua fue aún más espectacular que la actual, ya que investigaciones de restos de la antigua muralla demostraron que la antigua cúpula, con un diámetro de casi 24 metros, era algo más amplia (aunque menos alta) que la de la iglesia que vemos hoy. Además, la cúpula del Siglo V fue decorado con un mosaico riquísimo, totalmente dorado y comparable a los mejores mosaicos bizantinos de Constantinopla o Ravenna. Debido a esa decoración magnífica, la antigua basilica de San Gereón obtuvo el nombre ad sanctos aureos. De ese edificio antiguo se conservan restos de los muros hasta una altura de 14 metros.

 

 

Lo que hoy podemos admirar es una reconstrucción en su mayor parte (salvo la cripta subterránea que aparte de las pequeñas vidrieras modernas es auténtica, y una parte de los muros).

Si nos acercamos hoy a la Basílica de San Gereón, viniendo desde la Catedral, ya desde lejos impresiona la fachada con sus dos torres que enmarcan la galería palatina en medio. Pero el elemento inconfundible de ese templo no son las torres, sino la cúpula monumental.

 

 

Cuando se concluyó esa cúpula nueva en el año 1227, ese magnífico Decágono, único en su estilo, fue la cúpula medieval más grande y la tercera más grande del mundo detrás del Panteón romano y la Hagia Sofía en Constantinopla, con un diámetro de 21 metros y una altura de 35 (hoy con el techo piramidal llega a 48 metros). Debajo de una galería románica ya contiene vidrieras de estilo gótico temprano que pertenecen a los primeros ejemplos de vidrieras góticas en la región de Colonia.

 

 

Entramos primeramente en un atrio donde la obra de arte más importante es un Santo Sepulcro de estilo gótico. En el suelo hay un plano arquitectónico del templo hecho de bronce.

 

 

Al entrar en la única nave del templo, el recinto del decágono, se pasa por las puertas de una reja que guarda una sorpresa: tiene forma de un ángel.

Lamentablemente, esa grandiosa iglesia nunca será lo que era antes de la Segunda Guerra Mundial, su decoración interior es sólo una sombra de lo que era antes de la guerra. Es una pena que ese templo no haya llegado como edificio medieval auténtico a nuestros días. No se ha reconstruido el mosaico de la cúpula, también debido al coste tremendo, es que poco después de la guerra no hubo ni dinero ni tiempo para una obra de esas dimensiones.

La discusión, si es preferible tratar de reconstruir un edificio totalmente fiel a su aspecto original o hacerlo integrando elementos modernos, será eterna y habrá argumentos para cada punto de vista. En el caso de San Gereón, se ha optado por respetar la forma y estructura arquitectónica y por una integración de vidrieras de estilo moderno. Al menos el espectro de colores de esas vidrieras creadas por Georg Meistermann es dudoso para una iglesia románica. Predominan unos colores llamativos nunca vistos en un templo de ese estilo: verde chillón, naranja, turquesa y rosa. Pero hay que admitir que el coloniense Georg Meistermann (1911 - 1990), uno de los pintores alemanes más importantes del Siglo XX, ha logrado llenar esa cúpula con una luz muy especial. Empleando unos colores tan fuertes y atrevidos, parece como si Meistermann haya arrojado los colores del arcoiris por las vidrieras hacia adentro con cada rayo de luz que las ilumina. Ese maestro ha dicho la bonita frase: "El color es un idioma por sí, no puede ser remplazado por ningún otro." En San Gereón, los colores del arcoiris que aparecen en las vidrieras de Meistermann, reconcilian el hombre con Dios y el pintor ha llamado esa obra terminada en 1986 para el templo coloniense (una de sus últimas) su testamento religioso.

 

 

La parte del coro de la iglesia, normalmente cerrada y solamente abierta para grupos de visita guiada, guarda unos tapices barrocos del 1765, una bella escultura de San Gereón, un retablo barroco pintado a mediados del Siglo XVII y en el ábside los restos algo borrosos de un gran fresco que aún visto de lejos transmite una idea del esplendor riquísimo que ese templo tuvo antes del infierno del 1945. 

De ese infierno se salvó la cripta subterránea. En su oscuridad no es tan tanto el sarcófago de San Gereón que llama la atención, porque es muy austero, de piedra simple sin decoración.

 

 

Al entrar, a la izquierda del sarcófago, hay un pequeño fresco del Siglo XIII bien conservado que muestra un Calvario. Caminando por esa capilla subterránea en la que reina un silencio tenebroso de atmósfera mística, se llega a uno de los muy pocos retablos de estilo renacentista que hay en Colonia. Es de piedra y su diseño y sus esculturas evocan en un par de detalles el estilo plateresco.

 

 

Pero el detalle más interesante de la cripta es un ciclo de mosaicos en el suelo alrededor del altar que datan de finales del Siglo XII y dominan escenas del Antiguo Testamento, como Sansón luchando con el león o Sansón portando las puertas de la ciudad. A los niños les gustan mucho, porque recuerdan a dibujos de un cómic.

 

 

Más graves y solemnes se presentan los frescos medievales. Lamentablemente, aquí no son tan brillantes como en Santa María Lyskirchen, sino mucho más dañados.

Dejamos esa "cueva mística" para subir de nuevo y dirigirnos a las dos capillas.

Los frescos de la capilla del baptisterio datan del Siglo XIII y como están bastante borrosos, a veces apenas se pueden distinguir las representaciones de los santos. El baptisterio es un octógono, un recinto pequeño y austero. Aparte de los frescos, hay un tríptico de estilo gótico y al lado de la entrada, nos saluda una Virgen gótica.

 

 

A la derecha de la entrada, aún nos queda una obra maestra. En el centro de una capilla neobizantina añadida a finales del Siglo XIX, cuya bóveda está cubierta con un mosaico dorado, se encuentra una Piedad bellísima del escultor alemán Joseph Reiss de 1897. Aunque bastante inspirada en la de Miguel Ángel, esa obra tiene una profunda unción mística y siempre hay creyentes arrodillados que encienden velas y pasan minutos u horas meditando.

 

 

 

La más bella iglesia de Colonia no es un museo, sino invita a reconciliarse con Dios, por más grandes que sean las dudas... 

 

Texto Berthold Volberg

Fotografía: Thomas Jäckel

1 comentario

angel bonato -

Que hermosa iglesia , un dos la visitare si Dios quiere