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EL CLAUSTRO DE SANTO DOMINGO DE SILOS. LA CAPITAL DEL ARTE ROMÁNICO (III. LA COMPOSICIÓN DE LOS GRANDES MACHONES)

Como ya veíamos en el primer capítulo de esta serie dedicada a Silos, cuatro grandes machones se sitúan en los ángulos. Cada uno de ellos (en sus caras interiores) tiene dos grandes relieves que evolucionan en el tiempo, desde los más antiguos (principios deXI) a los más modernos (protogóticos ya).

Nosotros nos quedaremos por el momento con los seis primeros.

Una de sus más claras evoluciones es la que se refiere a la composición de figuras y espacios.

En los dos primeros se utiliza la forma más primitiva, con un claro eje de simetría (en donde se colocará el personaje central) y una fuerte geometría de rectángulos apilados coronados por un triángulo (especie de tímpano clásico)

 

 

En el tercer y cuarto la composición se complica y diversifica. El maestro que lo realizara tenía fuertes conocimientos matemáticos que se traspasarán a la composición a través de formas triangulares que dinamizan el espacio y lo multiplica para crear en él numerosas escenas. Incluso nos crea trayectorias en diagonal para darnos sensación de avance (como en las Tres Marías)

 

 

Sin embargo, la madurez del estilo llegará con la Duda de Santo Tomás, un verdadero tratado de cómo componer, con el episodio de Santo Tomás aislado por el brazo de Cristo. Este movimiento crea una suave curva ascendente que los cuerpos y cabezas de los demás apóstoles seguirán para reafirmar el medio punto superior.

Todo este suave movimiento ascendente es frenado y controlado por las numerosas horizontales del conjunto, creándose una composición armónica (una especie de malla que se desplaza suavemente hacia la izquierda) y perfectamente adecuada tanto al marco como a la iconografía destacada.

Incluso, el relieve sale de sí mismo para colocar en las dos enjutas superiores del arco la representación de la Jerusalén Celeste

 

 

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Vicente Camarasa

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