ALBERTO GIACOMETTI. Siete obras para entender su trayectoria
La presente exposición que este verano le dedica la Fundación Mafre nos permite hacer un recorrido completo a la obra de Giacometti que vamos a aprovechar para ver algunas de sus características en siete obras.
La Primera de las obras que hemos elegido es Hombre y Mujer.
Pertenece a su primera etapa (el final de la misma). Giacometti, con su llegada a París, se queda fascinado por el movimiento surrealista, quedando prisionero de él.
Por una parte comienza a investigar sobre sus temas predilectos (la sexualidad entendida como un juego casi caníbal, como proponía Dalí en sus mujeres Mantis; el objeto encontrado; las metáforas visuales - muy evidentes en esta obra - en gran parte heredadas de Max Ernst, la fascinación por lo primitivo, un humor que oscila constantemente entre lo ingenuo y lo irónico, casi macabro, las máquinas de funcionamiento simbólico...).
Técnicamente su obra está recogiendo la aportación de la primera vanguardia: la trabajosa simplicidad de Brancusi, el gusto por el arte negro y oceánico que plasma lo que sabe no lo que ve, la importancia del espacio como elemento activo de Julio González, la descomposición cubista...
La segunda obra forma parte de sus primeras plazas.
En la mente de escultor estas obras no eran otra cosa que bocetos, pues su objetivo final (nunca conseguido) habría sido realizarlas a escala monunmental, siendo más que esculturas, espacios paseables en donde la escala generaría en el espectador todo un mundo de sugerencias.
Su origen lo podríamos rastrer en proyectos semejantes en los que estuvo trabajando Picasso en colaboración de Julio González y cuyo único resto físico fue el comentado Monumento a Apollinaire.
De haberse logrado (tanto unos como otros) estas plazas habrían sido todo un ejemplo de arte expandido que sólo a partir de los 60 se conseguirá, incluyendo a la ciudad en el arte (siendo uno de los componentes del mismo) y manejando ideas cenestésicas (como ya vimos en el mundo barroco) en donde el espectador estaría incluído en la obra de forma física y el arte se produciría de sus desplazamientos y sensaciones provocadas por el entorno. (Algo que ya intentamos explicar en la obra, también fallida, de Chillida en Tindaya)
De esta época una de las obras cumbres: el Palacio de Medianoche
La tercera de las obras es una continuación/ruptura de la etapa anterior.
Continuación en su idea de plaza, de proyecto que debería desarrollarse a escala. Ruptura en su novedad de volver a la figura humana con todas sus características que a continuación analizaremos
Desde aquí su obra (la más conocida) insistirá en pocos temas y un estilo muy característicos. Son sus mujeres en pie, sus hombres andando y sus retratos (en pintura y escultura) de busto.
Trabajaba en bocetos en yeso en donde, como si los amasara obsesivamente, iba eliminando lentamente materia hasta conseguir sus características formas filiformes, apenas nada, de fuerte tactilidad y una deformación constante de la anatomía que lo emparentan con el mundo expresionista que la ponen en contacto con estilos como el de Bacon
Ideológicamente se suelen relacionar estas obras con el existencialismo (de esta época data su amistad con Camus, Sartre o Beckett), y la visión pesimista de un hombre que camina constantemente sin encontrar nunca lo que busca, de esas mujeres como grandes Venus prehistóricas que guardan el secreto de la fertilidad en el imposible de sus cuerpos famélicos, los retratos que han perdido a la figura del retratado para introducirnos en la tragedia que es el ser humano
Para completar el artículo os dejo los enlaces de la propia exposición y de dos blog amigos de los que he extraído las fotos
http://hastaelsubconsciente.blogspot.com.es/2013/06/alberto-giacometti.html
http://asociacionacastellano.blogspot.com.es/2013/07/los-tableros-de-juego-de-alberto.html
http://www.exposicionesmapfrearte.com/giacometti/es/
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