Análisis y comentario del ALMUERZO EN LA HIERBA. MANET
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El tema, aunque a nosotros nos pueda parecer cotidiano, causó un tremendo escándalo por considerarlo pornográfico, llegándole a expulsar del propio Salón de los Rechazados. Tal consideración venía dada por la inclusión de los desnudos dentro de una escena costumbrista. Pues no se trataba el desnudo en sí mismo (ampliamente utilizado bajo la excusa mitológica de las Venus u otras diosas), sino su significado al ponerse en contacto con los dos hombres vestidos a la moda de la época, en actitud cotidiana, que daba al tema un matiz de sexualidad o, incluso, prostitución, bastantes frecuentes ambas en los bosques que rodeaban París...
Sin embargo, tal escándalo era, en este sentido, absurdo. En realidad, se trataba de una modernización de un tema clásico (El concierto campestre de Giorgione o Tiziano), igual que la Olimpia lo era de un cuadro de Tiziano (Venus de Urbino) o incluso de Goya (Maja desnuda).
Tiziano. La Venus de Urbino.
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Olympia. Manet
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Lo que verdaderamente indignó al público fue su forma de abordar el tema, sin ningún tipo de prejuicios ni ropajes mitológicos. Fue su mirada, en gran parte heredada de los realistas, que nos enfrenta con el tema sin los tradicionales trucos clásicos, introduciéndonos en él a través de la mirada de la mujer desnuda que nos observa fijamente, haciéndonos partícipes de todo lo que ocurre.
Técnica. Óleo sobre lienzo.
La composición parte de un cuadro anterior muy admirado por el pintor. Se trata de Las Hilanderas de Velázquez que Manet había conocido y estudiado en el viaje que realizó a en Madrid en agosto de 1865.
Las Hilanderas. Velázquez
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Al igual que el cuadro barroco, el lienzo se ordena sobre una gran uve abierta en donde se insertan los personajes. Esta colocación, que deja el centro libre, nos lleva a la figura del fondo que, agachada, sirve como nexo entre estos y el fondo luminoso. Tanto los árboles como la organización de la izquierda (mantel, mujer desnuda y compañero) establecen una serie de líneas de fuga que nos llevan hacia la mujer del fondo. Ésta, rodeada de un halo de luminosidad, se convierte en uno de los centros de interés del cuadro.
El dibujo está simplificado en sus principales líneas con el fin de crear zonas que luego serán ocupadas por el color. Prescinde de esta manera de cualquier tipo de detallismo, prefiriendo los volúmenes rotundos y simples, tal y como ya hacían los realistas, complaciéndose en las imágenes directas, con la información necesaria para crear la escena y sus personajes. (Estamos ya muy lejos del carácter rector del dibujo y su precisión con el que abrían el siglo los neoclásicos. Comparar con David).
Merece la pena detenerse en la naturaleza muerta del primer plano. Su elaboración responde al carácter sintético de la representación que comentábamos anteriormente que busca más informar sobre el objeto que recrearlo
El color. Resulta fundamental a la hora de modernizar el tema clásico, predominando sobre el dibujo. Bebiendo en las fuentes venecianas (Tiziano, Veronés) y españolas (Velázquez o Goya) busca armonías claras que contrastan sobre el fondo oscuro de los árboles. De nuevo, en el bodegón, esta característica es perfectamente perceptible, así como en las dos mujeres que se colocan sobre fondos claros (en especial la del fondo), tal como hacía Tiziano y, años más tarde será norma en los impresionistas
La pincelada es suelta, como corresponde a su herencia española (Velázquez y Goya) y veneciana (Tiziano), aunque contenida, pues sólo será en su obra más tardía y, sobre todo, en el posterior impresionismo, en donde toda la fuerza de esta pincelada partida saldrá a la luz. (Será más suelta en el paisaje que en las figuras).
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La luz tiene una especial importancia, sobre todo a la hora de crear una atmósfera en torno a los personajes. Manet la estudia de forma concienzuda, abriendo toda una gradación desde la luminosidad del desnudo a las sombras proyectadas por los troncos de los árboles que está anticipando las experiencias impresionistas. (Como luego harán estos, las sombras ya no son del todo negras, sino violetas muy oscuras).
Por otra parte, y abriendo un camino que será seguido por los impresionistas, Manet casi no utiliza la luz matizada sobre los personajes. Estos apenas si tienen claroscuro (no hay apenas modelado) suprimiéndose de ellos los medios tonos del clasicismo para crear grandes zonas cromáticas
El espacio, su tratamiento, nos vuelve a recordar a Velázquez. Para su creación Manet recurre a una acelerada gradación de tamaños desde los primeros planos hacia el fondo siguiendo las ya citadas líneas de fuga (perspectiva un tanto acelerada). En las zonas cercanas, tanto el árbol incompleto de la derecha como el mantel, se encuentran muy cercanos al espacio del espectador, permitiéndole acceder fácilmente al espacio del lienzo (Ver Meninas, el gran cuadro que está pintando Velázquez).
Por otra parte, se utiliza la luz como un elemento de creación espacial. Su peculiar distribución consigue crear franjas oscuras y claras que se van alternando, creando un ritmo hacia la luminosidad del fondo, tal como hizo Velázquez en las Hilanderas o Las Meninas (y que aprendió, en sus viajes a Italia, de Leonardo).
Las figuras son realistas y muy poco idealizadas. Sus posturas corresponden a actitudes cotidianas, sin ningún tipo de tensión. Como ya se dijo en ambos cuadros los personajes se relacionan directamente con el espectador (a través de la mirada), invitándole a entrar en la escena.
COMENTARIO.
Como se ha podido ir viendo en todo el análisis, la importancia de Manet la debemos comprender en su misión de bisagra entre el arte antiguo y moderno.
Gran conocedor del arte renacentista y barroco, recurre a él para el tema (El concierto campestre de Giorgione) y la composición (Las Hilanderas de Velázquez), así como en ciertas características sobre el color, la luz o la pincelada heredadas de la escuela española (Velázquez, Goya).
A todo este bagaje histórico, Manet le añade la visión desprejuiciada, sin retórica alguna, de los realistas, que tanto escándalo causó. También utilizó de ellos su visión de la naturaleza (con escasa idealización) y el gusto por las cosas reales y sencillas, como ocurre en el bodegón de la zona izquierda.
Uniendo todas estas influencias consigue, al igual que en la Olimpia, modernizar lo antiguo, rescatar de lo clásico aquello que aún seguía teniendo vigencia, creando un abanico de posibilidades técnicas y temáticas en donde se apoyarán los impresionistas que verán en él un maestro clásico que apuesta por el color, las armonías claras, la luz y una forma de ver lejana a las grandes historias mitológicas de lo antiguo.
El almuerzo en la hierba y su versión picasiana
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