El problema de tener amigos tan inteligentes es que te obligan a pensar y a replantearte tus ideas previas. Y esto es un buen ejercicio mental, muy saludable.
Pero más saludable aún es no tener demasiado claros los conceptos finales y dejar la puerta abierta a la polémica y la confrontación de ideas.
Y cuento todo esto a raiz de un comentario de JV sobre el primer artículo que dedicamos a Barceló.
Yo planteaba su mirada posmoderna como algo intencionadamente falso, al menos en el sentido de jugar con una mirada cercana abstracta que se contrapone con otra figurativa en una mayor lejanía. Una tensión que obliga al espectador a cuestionarse la pintura y su propia mirada (algo muy típico de la posmodernidad, como ya analizó Eco en su Obra Abierta).
Hablaba, además, de que esta actitud puede generalizarse a una actitud mucho más amplia también típica de nuestro tiempo: las apariencias o lo políticamente correcto frente a la realidad más profunda (el simulacro frente a la realidad misma y los filtros que se nos imponen entre la realidad y la persona como forma de afirmar el poder, tal y como analizó ya Foucault)
A todo esto apareció la palabra multiculturalidad frente a lo que JV plantea la interculturalidad. Y en ese punto estamos.
La cuestión no es baladí. Por lo que yo entiendo la multiculturalidad se opone a la interculturalidad por mantener la primera espacios cerrados e independientes entre cultural que simplemente conviven en el mismo tiempo pero sin confundirse ni mestizarse. Por el contrario, la interculturalidad propone un mestizaje mucho más profundo del que debería generarse una nueva cultura mucho más global.
Dejando a un lado la posibilidad real de la interculturalidad (mucho habría que hablar de ella en los aspectos puramente prácticos, pese a que sea la actitud más interesante y con mayor posibilidad de mejora de nuestras sociedades), ¿qué postura representa realmente Barceló?
Es evidente que su obra une momentos históricos (el barroco, el manierismo, Grecia incluso) y geográficos distintos. Es conocido su amor por África (Mali) que ha dado sus mejores obras. Pero el problema fundamental no es lo que representa sino cómo lo hace. Qué mirada establece sobre África…
Ese es el verdadero problema cuya solución no es fácil pues en ambos sentidos tenemos ideas.
A mi humilde juicio Barceló es intercultural en sus obras más íntimas, aquellas que se ocupan de un África llena de pequeños gestos, de un futbolín, de una bicicleta… Imágenes llenas de una verdadera África en las que se utiliza una técnica aprendida de lo occidental.
Mujer pariendo
Futbolín
Mujer con niño matando un pollo
Sin embargo, también hay un África pintoresca, vista desde prejuicios occidentales que nos conducirían al siglo XIX en imágenes como estas.
Un África traspasada por el discurso ecológico y marxista que sólo quiere ver en ella la visión consolidada por los medios de comunicación que habla de explotación y nos deja un poco más tranquilos ante la visión levemente crítica que propone. Ya somos solidarios, nos decimos al verlo, aunque ¿realmente comprendemos algo verdaderamente esencial de su cultura y forma de ver la vida?
Pluja contracorrent
Somalia
En cuanto a sus paisajes, ¿no es la versión sublime típicamente romántica aplicada a un nuevo territorio que sólo nos aporta una imagen potente, y magnífica, pero que podría ser África o Asia o Pernambuco?
Temporada de lluvias
Queda ya abierta la sesión de polémica.
Todas las imágenes tomadas de
http://lozzanoart.blogspot.com/2009/09/miquel-barcelo.html (Una magnífica página)
Vicente Camarasa