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sdelbiombo. Una mirada artística al mundo

Sevilla

SEVILLA, 1 DE AGOSTO

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Vicente Camarasa

LOS COLORES DE SEVILLA

 

El Salvador

 

 

Azulejos de la casa de Pilatos

 

 

No recuerdo la iglesia pero a que es bonita la foto?

 

El Guadalquivir desde el Puente de Triana

 

San Leandro

 

Un palacio sevillano

 

La cúpula de San Luís de los Franceses

 

 

 

Apliques cerámicos en el Parque de Maria Luisa

 

 

Iglesia de Santa Cruz

 

Fotos: Vicente Camarasa

 

TRIANA Y SU REINA. LA ESPERANZA DE TRIANA

Cuando se atraviesa el Puente y uno deja atrás Sevilla no se puede dejar de recordar que, durante tantos siglos, Triana fue una ciudad distinta, unida por un débil puente de barcas amarradas por cadenas que las riadas del Guadalquivir desbarataban de un solo golpe. 

 

 

Era entonces el espejo de Sevilla del esplendor barroco, acaso su reverso, tal vez ella misma mirada con los ojos de dioses más humanos e imperfectos

Una ciudad de alfareros y marineros que miraba la nobleza de su hermana alzada en la Giralda y era distinta, popular y llena de voces. Un laberinto de pasiones en las corralas que aún perduran, llenas de flores sencillas para adornar las noches largas de flamenco y conversación, de la bulla de la fiesta y el silencio clamoroso que sólo saben manejar sus vecinos.

 

De alguna manera, algo de todo esto queda aún si uno deja la plaza del Altozano (en la que estuvo la Inquisición) y busca la sombra de la calle Pureza, cada vez más estrecha para poder acomodar a la multitud de la Madrugá esperando a su reina.

Su recorrido es curvo, lleno de casas pintadas de almagre y albero, con sus balconcillos hoy vacíos desde los que cada Semana Santa caerán decenas de kilos de pétalos de flores al paso del palio de la Esperanza.

 

Tras caminar unos minutos se llega a ver la espadaña de la Capilla de los Marineros. Muy cerca está Santa Ana, la catedral de Triana que una vez al año pierde sus poderes para concedérselos a esta pequeña capilla en donde se concentra, como si fuera una bola de luz, la fe, la alegría y los dolores de una multitud que espera pacientemente hasta la dos de la mañana, cuando las puertas se abran y el olor de las flores abra el hueco preciso para que el Cristo de las Tres Caídas inicie el cortejo.

 

Capilla marineros

 

Detrás estará Ella, haciéndose esperar como sólo las reinas saben. Una simple figura de madera, lágrimas de cristal y vestidos bordados que con su sola mirada hará desaparecer las dudas de su simple apariencia. Pues siu cuerpo vacío de    irradia fuerza, una paz inextinguible en el pecho que te hace respirar tranquilo, renovado y fresco, como si el mundo pudiera aún tener remedio y las cosas pudieran reinventarse de nuevo; ser uno lo que siempre quiso ser y saber que la emoción es un llorar riendo, pues acaso todo sea lo mismo y el zen del que tanto habla el visitante pueda tener el rostro de una virgen andaluza caminando por las calles.

 

 

Con todas estas hormigas dentro del pecho se entra en la capilla, se quisiera entrar, pues hoy es imposible hacerlo. La hermandad está ampliando el pequeño templo y su virgen se encuentra en Santa Ana, esperando sin prisa, pues sabe que tiene todo el tiempo del mundo.

Todo el tiempo, porque ya está parado, y aunque el altar se encuentre en restauración y se acompañe con la Virgen del Rosario, La Esperanza reina sobre el aire incensado de la catedral. Un imán atrayendo a los visitantes que se quedan quietos, absortos, perdidos en la mirada tiernamente triste de aquella figura que, de no existir, habría que haberla inventado.

 

Pues la multitud entera y tú sólo ante Ella. Ya sin palabras, sólo el cuerpo ondulado por dentro, Remolinos de colores y acaso imágenes que sólo servirán para recordar lo feliz que puede a llegar a ser uno ante el arte convertido en espíritu.

Hay más artículos y fotos de la Esperanza de Triana aquí

 

 

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Vicente Camarasa

LA DINASTÍA DE ARQUITECTOS SEVILLANOS DE LOS FIGUEROA. EL BARROCO PLENO (TERCERA PARTE) EL PALACIO DE SAN TELMO Y LA CAPILLA DE SANTA CATALINA

 

Tan sólo durante la primera década del Siglo XVIII, trabajó en la construcción de las tres iglesias barrocas más grandes de Sevilla (La Magdalena El Salvador y San Luis), y al mismo tiempo planificó y concluyó el Convento de San Acasio (ya no existe), la iglesia "doble" de San Antonio Abad, la Capilla de Montserrat, y docenas de casas y palacios privados.

A partir de los años veinte del Siglo XVIII recibe cada vez más apoyo por sus hijos Matías de Figueroa (1698 - 1765) y Ambrosio de Figueroa (1700 - 1775), ambos también arquitectos destacados. Más tarde, su nieto Antonio Matías de Figueroa (* 1734) seguiría el mismo camino. Era toda una dinastía de arquitectos que crearon la nueva Sevilla barroca y también construyeron muchos edificios en los alrededores. Para Andalucía fueron tan importantes como los cinco de los Churriguera para el Barroco en Castilla.

Al analizar la última fase de la obra arquitectónica de Leonardo de Figueroa, a veces resulta difícil decir si los planes son suyos o ya trazados por sus hijos. En algunos casos parece que los planes son todavía del padre, mientras que la realización práctica ya fue supervisada por los hijos Matías y Ambrosio. Además hay que tener en cuenta que el estado de salud de Leonardo estaba tan mal que dictó ya un primer testamento en 1722

Sólo un año antes había empezado a dirigir su Opus Magnum - uno de los pocos edificios profanos emblemáticos en la lista de sus obras: el Palacio de San Telmo (1721 - 1736), construído en su tiempo como Universidad para Mareantes. En el Siglo XIX se convirtió en la residencia de miembros de la familia real (los Duques de Montpensier) y hoy es el palacio del Presidente de la Región autónoma de Andalucía. También en la construcción de ese gran conjunto de cuatro alas, Figueroa emplea la combinación de ladrillos rojizos con piedra de color albero.

 

 

 

El palacio cuya fachada principal mira hacia la orilla del Guadalquivir tiene dos plantas, sólo las cuatro torres en las esquinas y el portal tienen tres. Con ese portal soberbio, los Figueroa han regalado un monumento a su ciudad  Sevilla, cuyas figuras aparecen como si fueran acompañadas por una marcha triunfal barroca - un monumento que celebra y demuestra - como El Salvador y San Luis - el renacer de la "Reina del Océano" (Fernando de Herrera elogiando Sevilla). Se puede descubrir todo un catálogo de símbolos de la navegación y la náutica en la fachada del Palacio de San Telmo. El balcón central, semicircular, evoca la proa de un barco y los cuatro atlantes que lo apoyan tienen el aspecto de dioses de los mares. Estando directamente debajo, parece como si esas esculturas llenas de movimiento se cayeran encima de los que entran. (Un análisis de esta portada lo tenéis aquí)

 

 

 

Toda la fachada está llena de dinamismo barroco: los atlantes a punto de saltar o caer, las volutas y formas retorcidas, las columnas con dibujo de ondas marinas. Encima de la entrada flanqueada por columnas dóricas se encuentra el balcón, a su vez enmarcado por tres columnas jónicas a la izquierda y otras tres a la derecha, acompañadas por estatuas que representan alegóricamente las artes y ciencias. En la planta más alta del portal, atrayendo todas las miradas, está la estatua de San Telmo debajo de un arco oval y delante de un fondo de cielo azul mirando hacia el Guadalquivir, aquel río por el que tanta riqueza de otros continentes había sido transportado a Sevilla.

Leonardo de Figueroa ha creado un portal que se eleva como un arco de triunfo de blancura resplandeciente en las orillas del río. En esa obra maestra colaboraron los mismos artistas que en la decoración de San Luis, sobre todo el escultor Duque Cornejo, autor de las estatuas del portal

 

 

 

Al mismo tiempo, paralelamente con las obras de la fase final de San Telmo, Figueroa y sus hijos planificaron y realizaron un edificio mucho más pequeño, pero genial: la Capilla Sacramental para la Iglesia de Santa Catalina. Tiene una pequeña cúpula octogonal, muy elegante, que termina en una especie de torrecita esbelta cuya forma es parecida a una escalera de caracol. En el interior nos sentimos como en una gruta de las maravillas. Reina la idea del horror vacui: hay una decoración desbordante que no deja un centímetro libre, un sinfín de formas y colores, dominando el brillo de oro y miles de angelitos y angelotes. También resulta espectacular la dirección de la luz que produce efectos teatrales, iluminando  detalles distintos en cada hora del día

 

 

Leonardo de Figueroa dijo que esa Capilla después de terminarla "iba a ser quizás la mejor de la ciudad". Pero el arquitecto mismo no pudo ver su obra acabada, porque murió en el año 1730. Sus hijos Matías y Ambrosio concluyeron ese proyecto y planificaron otros nuevos. Matías sigue una línea más neoclásica (Iglesia de San Jacinto en Triana, hacia 1760), mientras que Ambrosio se inclinó más hacia el estilo rococó (Capilla del Cristo de los Desamparados). La familia de los Figueroa ha dominado durante un siglo (1670 - 1770) la arquitectura de Sevilla, regalando nuevo orgullo a la metrópoli del arte del imperio español después de la catástrofe apocalíptica de la peste. Hasta hoy su Barroco imponente es algo característico en el paisaje urbanístico de la capital andaluza y ejerció bastante influencia en los Virreinatos americanos al otro lado del Atlántico. Si hablamos de arquitectura, no es exagerado decir: Barroco Sevillano es principalmente Barroco Figueroano.

 

Aquí puedes encontrar

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la primera parte

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La segunda parte

 


 

Recomendaciones y enlaces:

 

Recomendamos el libro "Leonardo de Figueroa - una nueva visión de un viejo maestro" de Jesús Rivas Carmona (Colección Arte Hispalense, Tomo 63)

 

http://www.islamyal-andalus.org
http://www.upo.es/
 

 

 

Berthold Volberg

LA DINASTÍA DE ARQUITECTOS SEVILLANOS DE LOS FIGUEROA. EL BARROCO PLENO (SEGUNDA PARTE). EL SALVADOR Y SAN LUIS DE LOS FRANCESES

Columna salomónica de San Luís de los Franceses. Sevilla

 

Dejábamos la labor de Figueroa en la construcción de la Magdalena   Un poco más tarde, cuando  las obras de esta Iglesia todavía no estaban concluidas (duraron hasta 1709), el arquitecto exitoso recibe el encargo de dimensiones aún más grandes, la iglesia del Salvador. Tomó la dirección de la construcción de un nuevo templo en el solar de la primera Mezquita Mayor de Sevilla, la de Ibn Adabbas. Aquella mezquita, construida en el Siglo X, había sido convertida en Iglesia después de la Reconquista en el Siglo XIII. Pero desde principios del Siglo XVII, su estado fue tan ruinoso que había que derribarla en el año 1671. Tres años más tarde comenzaron con las obras para un nuevo templo, pero dos arquitectos fracasaron, lo construido se derrumbó en los años ochenta. Era como si el Cielo quisiera que sólo Leonardo de Figueroa, la nueva estrella entre los arquitectos andaluces, acabara ese proyecto. Así que en el 1696 Figueroa sustituyó a sus antecesores y se responsabilizó de erigir aquí la iglesia más grande de Sevilla después de la catedral.

 

El Salvador. Interior

 

En tan sólo 16 años - hasta 1712 - hizo construir la majestuosa Iglesia del Salvador, para la que Figueroa eligió un estilo más conservador que en los planes para La Magdalena. El Salvador recuerda en muchos detalles (fachada sobria, cúpula grande y soberbia, pero sin demasiada decoración) a un templo renacentista y menos barroco - más representativo que atrevido. Posiblemente, era también la intención de los comitentes aristocráticos que prefirieron un edificio grandioso, pero sin "experimentos.

 

Cúpula del Salvador

 

Un Barroco mucho más movido y atrevido fue el resultado del siguiente proyecto de Figueroa el que llevó a cabo - paralelamente con las obras del templo del Salvador - a partir de 1699: la Iglesia de San Luis de los Franceses. Esa nueva construcción se le fue encargada a Figueroa por los Jesuitas. No sabemos si aquellos le pagaron más al arquitecto que los Dominicos, pero todos los que se quedan  boquiabiertos al contemplar ese templo concluido en 1730 lo supondrán.

Aunque la Iglesia de la Magdalena es más grande y alberga un mayor número de obras de arte importantes en su interior, con respecto a la espectacularidad de la arquitectura, los Jesuitas de Sevilla han ganado la "competencia de iglesias" en contra de los Dominicos. En el templo jesuítico, Leonardo de Figueroa pudo emplear desenfrenadamente toda su fantasía barroca que debía contener en las obras del Salvador. El trazado de San Luís de los Franceses es una rotonda que insinúa una cruz griega, dominada por la enorme cúpula que se eleva entre las dos torres.

 

 

Esa Iglesia de los jesuitas es uno de los más espectaculares edificios barrocos de Europa y a la vez era un símbolo arquitectónico para una ciudad que quería celebrar su renacimeinto después de la catástrofe más grande. Los elementos decorativos, tanto en la fachada exterior y la cúpula como en el interior, presentan una avalancha de ideas innovadoras y pueden provocar hasta vértigo por su cantidad y complejidad. La decoración de la fachada principal es filigrana y evoca de nuevo el estilo plateresco. Si miramos hacia arriba, nuestros pensamientos se perderán entre las columnas, volutas y adornos de los dos campanarios, flanqueados por las cuatro esculturas de los evangelistas y de los padres de la Iglesia, respectivamente, y entre las estatuas de los tres arcángeles que coronan el portal principal. Encima de todo está la inmensa cúpula, que tiene una escalera que lleva a la linterna adornada por columnas salomónicas y concluida por una cruz de hierro forjado.

Detalle de la fachada

Todo ese templo es como una escalera al Cielo, también en su interior donde encontrándose entre siete retablos dorados miramos como hipnotizados a la cúpula llena de ángeles que vuelan por el firmamento. Rodeado de tantos seres celestiales y de un brillo de oro aumentado por cientos de diminutos espejitos que están ocultos en los retablos, el visitante se siente libre de cosas terrenales y  flotando por esferas celestiales.

 

 

En esta Iglesia, todo fue diseñado para lograr efectos espectaculares, como lo pone en evidencia el telón de estuco enmarcando el Retablo Mayor. Todo en el templo de San Luís es teatro sacro, construido para entusiasmar al público. Es realmente admirable la variedad de formas e influencias de las que Figueroa compone aquí un conjunto lleno de armonía.

 

Cúpula de San Luís de los Franceses

 

Uno de los modelos para San Luís fue sin duda un edificio emblemático del barroco romano, la Iglesia de Santa Inés de Borromini. Pero Figueroa sólo adopta el esquema arquitectónico, toda la decoración y los materiales de la construcción son típicamente andaluces: ladrillos y cerámica, populares desde la tradición árabe. Figueroa combina de nuevo (como en la construcción del templo del Salvador) ladrillos rojizos con piedra y adornos de cerámica. Los relieves de la fachada documentan un "redescubrimiento" del estilo plateresco español, pero a la vez integran volutas y formas ultrabarrocas.

Entra aquí para encontrar la tercera y última parte del artículo

 

  

Berthold Volberg

LA DINASTÍA DE ARQUITECTOS SEVILLANOS DE LOS FIGUEROA. EL BARROCO PLENO (PRIMERA PARTE)

 

 

La Magdalena 

 

Fue un renacimiento después del ocaso apocalíptico. Sevilla, centro del comercio mundial y la metrópoli más rica del imperio español había sufrido la más grave catástrofe en su larga historia en el año 1649. Durante pocos meses habían muerto unos 80.000 - la mitad de los habitantes - víctimas de la gran peste que dejó Sevilla devastada. Los supervivientes, continuamente perseguidos por el pánico de contagiarse, tuvieron que arrojar los cadáveres a fosas comunes anónimas, donde desaparecieron también muchos ilustres y muchos artistas famosos. Parecía el fin del mundo, todo quedó paralizado.

Durante las décadas siguientes, la capital andaluza empezó lentamente a recuperarse de aquel horror y recobró su famoso orgullo. Uno de los creadores de ese renacimiento había nacido un año después de la peste, aunque no en Sevilla, sino en la provincia castellana de Cuenca. Ya siendo muy joven, Leonardo de Figueroa vino a vivir en la ciudad del Guadalquivir y pronto se hizo famoso como arquitecto.

El nombre de Leonardo de Figueroa surgió por primera vez en la historia de la arquitectura en los años setenta del Siglo XVII. En los proyectos de construcción del Hospital de la Caridad y del Hospital de los Venerables, Figueroa colaboró en el diseño de los patios y fachadas de las iglesias. El Patio del Hospital de la Caridad está dividido en dos por una elegante columnata

 

La fachada de la Iglesia de San Jorge del Hospital de la Caridad

 

 

 

Patio del Hospital de los Venerables

 

En el año 1691, Leonardo de Figueroa consiguió el éxito definitivo cuando le concedieron la dirección de las obras de construcción de la nueva Iglesia de los Dominicos. La antigua se había derrumbado el primer Domingo del Adviento de 1691 y los Dominicos tuvieron mucha prisa con la construcción del nuevo templo: era una cuestión de prestigio, ya que era importante superar arquitectónicamente los templos de sus rivales, los Franciscanos y los Jesuitas.

Figueroa hace construir un edificio barroco y soberbio según el trazado de una basílica de tres naves, integrando en el conjunto una antigua capilla mudéjar, "superviviente" de la iglesia derrumbada.

 

Interior de la Magdalena. Sevilla

 

Con esa obra de la Iglesia dominica que hoy lleva el nombre de la Magdalena, el maestro ya toca todos los registros de su arte: corona la muy alta fachada principal con una doble espadaña, separada por un cuerpo central que se presenta como un retablo con columnas salomónicas. El rosetón rodeado por decoración de cerámica parece un diamante engastado y el gran reloj del sol también era un elemento muy original en una fachada de una iglesia.

 

La Magdalena 

Tomada de

http://commons.wikimedia.org/wiki/Category:Iglesia_de_Santa_Mar%C3%ADa_Magdalena_(Sevilla)

 

Aún más asombro puede causar la cúpula: octogonal, con vidrieras que tienen la forma de un trébol de cuatro hojas, que mandan su luz desde la altura a la capilla mayor, y la linterna está concluida por una corona con cruz de hierro forjado.

 

 

La Magdalena 

Tomado de

http://commons.wikimedia.org/wiki/Category:Iglesia_de_Santa_Mar%C3%ADa_Magdalena_(Sevilla)  

 

Para el diseño de la cúpula, Figueroa "redescubrió" dos materiales tradicionales de construcción especialmente frecuentes en la época árabe y casi "olvidados" durante el Renacimiento: el ladrillo y la cerámica. Se puede observar flores y escudos elaborados de cerámica azul y verde oscuro.

Encima de la cúpula, ya por si innovadora, para subrayar la originalidad de toda la composición, Figueroa hizo colocar entre las vidrieras de la linterna una especie de "esculturas de Incas" formando un círculo debajo de la corona. Antes sólo se conocía esculturas de influencia indiano (incaica o azteca) de fachadas del Perú o México. Lamentablemente, desde la calle, como peatón normal y corriente, apenas se puede descubrir todos esos detalles maravillosos. Deberíamos volar por encima de la cúpula o contemplarla desde una azotea cercana para admirar debidamente esa decoración que demuestra la creatividad de Figueroa

 

Segunda parte. El Salvador y San Luis de los Franceses

 

Berthold Volberg