Análisis y comentario del EL EXPOLIO. EL GRECO.
El Expolio. El Greco. 1577-79. Museo de la Catedral de Toledo.
Tema. Se trata de un pasaje evangélico correspondiente a la Pasión en la que un sayón (de verde, a la derecha) se dispone a arrancar la túnica a Cristo ante la expectación de la muchedumbre.
Junto a Él, en la parte inferior del lienzo, se encuentran las Tres Marías que observan cómo un hombre prepara la cruz.
Por último, y en un lugar destacado (izquierda) se encuentra un guerrero vestido a la moda del siglo XVI que mira al espectador, involucrándolo en la obra, al igual de un hombre de la multitud que nos señala (esto se repetirá en el Entierro del Conde Orgaz).
(Tanto las Tres Marías, que no aparecían en el texto evangélico, como el guerrero le ocasionaron serios problemas al pintor con el veedor de la Catedral de Toledo que, siguiendo su función, intentaba que el mensaje se ajustase completamente a los textos sagrados).
Técnica. Óleo (técnica que usa como aglutinante el aceite, de secado lento y de características opacas que permiten las correcciones) sobre lienzo de grandes dimensiones.
Composición. Se centra en la figura de Cristo que ocupa el eje central (y es reforzado por el fuerte color rojo que crea una forma ovalada o romboidal que vuelve a repetirse en el resto de las figuras que le rodean), creando una composición simétrica en la que predominan las líneas verticales (rematadas en la parte superior por el bosque de lanzas que se extienden más allá del lienzo).
Este último detalle, junto a las figuras de las Tres Marías y el sayón de verde (todas ellas representadas de forma incompleta), nos hablan de una composición atectónica.
Línea y color. Predomina el color sobre la línea a través de la pincelada suelta, siendo un dibujo poco detallista que en la multitud del fondo se vuelve francamente abocetado (sin concretar los contornos ni los detalles).
En cuanto a los colores resalta especialmente el cálido y saturado rojo de la túnica de Cristo que atrae con intensidad a la mirada del espectador. En contraposición (típica técnica manierista para crear tensión) este rojo es rodeado por colores fríos y, en general, ácidos (en especial el manto amarillo-violeta de las mujeres o el hombre de la cruz).
Luz con ciertos tintes expresivos que, entrado por la izquierda del espectador, ilumina directamente a Cristo y genera fuertes claroscuros en los distintos personajes que componen la escena (en especial las figuras del fondo)
Espacio. Es sumamente reducido debido al agobio espacial de todo el lienzo que nos impulsa en vertical (ayudado por las líneas comentadas en la composición), aunque existen ciertas figuras en escorzo (hombre de la cruz, Tres Marías, manos) que proyectan el espacio de la escena hacia el espacio propio del espectador para así incluirlo en la escena (igual que en Entierro del Conde Orgaz).
Existe, por otra parte, un doble punto de vista (típico del manierismo que busca romper con la armonía clásica), pues, mientras el Cristo es visto desde un punto bajo (agrandando así su figura), las Tres Marías y el hombre de la Cruz son vistos casi desde arriba abajo, creando una tensión antinaturalista.
Figuras. De canon bastante correcto para lo que viene a ser normal en el espectador, destacan por la fuerza expresiva que se concentra en sus miradas y gestos de las manos (comparar la mano de Cristo con la del sayón de verde)
De entre todas las figuras destaca el tratamiento expresivo de Cristo que, con su mano y sobre todo, con su mirada elevada asiste a la escena con una mezcla de melancolía y resignación, volviendo a contrastar (de nuevo, una técnica manierista) con los gestos teatrales de la multitud que le rodea.
Los paños se realizan con plegados bastante sintéticos (contrario al detallismo), destacando el extraordinario manejos de las texturas cuya máxima expresión sería los brillos y reflejos que están realizados sobre la armadura del guerrero.
COMENTARIO.
Junto al retablo de Santo Domingo el Antiguo, este lienzo es una de las primeras obras que realizará el Greco en Toledo gracias a uno de sus grandes amigos y mecenas, Diego de Castilla, que intercederá por él para su contratación por parte del poderoso cabildo de la Catedral después del fracasado intento de entrar a trabajar en el Escorial, al ser considerado por Felipe II como un pintor excesivamente manierista para sus necesidades.
La obra, sin embargo, generará numerosos conflictos debido a los errores temáticos (ya comentados en tema) y características técnicas (demasiado manieristas para el carácter conservador de los canónigos) llegando al extremo de tasar en una mayor cantidad de dinero el marco (también realizado por el pintor) que el propio lienzo.
Estos cuestiones, que terminarán en los propios tribunales, ocasionarán que el pintor no vuelva a trabajar para la Catedral, dedicándose a partir de entonces a encargos particulares y pequeñas parroquias (como el entierro del Conde Orgaz para Santo Domingo el Antiguo), siendo el perfecto ejemplo del carácter del Greco que, educado en Italia, tienen una idea de la pintura como un arte personal y no como el de un simple artesano (tal y como era normal en España hasta entonces)
Centrándonos en los aspectos técnicos del cuadro, ya en el análisis ha ido quedando claro su típica caracterización manierista, bien visible en los colores ácidos y tornasolados (aquí lo puedes ver mucho mejor), la luz expresiva, el doble punto de vista a la perspectiva “en vertical”, que en todos los casos quiere romper con la armonía y los cánones clásicos, y que el Greco había asimilado en su estancia en Roma, observando las obras de Miguel Ángel (obsérvese el agobio espacial o la tensión de alguna de las musculaturas) y otros manieristas.
Sin embargo este carácter antinaturalista tan típico del manierismo se ve matizado en la obra con una clara influencia veneciana. El pintor, que había sido discípulo del propio Tiziano, recoge de esta escuela el uso del color (en especial el rojo de la túnica de Cristo, tan saturado), su técnica de pincelada suelta que, al difuminar los perfiles consigue una mejor integración entre el fondo y las figuras, o el interés por las texturas (comparar esta armadura con otra anterior, la de Carlos V en la batalla de Müllberg de Tiziano).
(A modo de anécdota, la intensidad de la mirada, su resignación, de Cristo, la consigue el pintor con una técnica aprendida de Tintoretto: una rápida pincelada de color blanco muy diluida en aceite que funciona como una veladura y enturbia la mirada, dándole ese carácter melancólico y extasiado).
Junto a lo dicho, la pintura del Greco le debe mucho a su formación bizantina como pintor de iconos (trabajó junto a su padre, en su Creta natal). No se trata de una influencia técnica, sino más bien de percepción de la pintura. El Greco entiende la pintura como una forma de espiritualidad que, en vez de representar el mundo visible, trata de enseñarnos emociones religiosas. Es por ello que renuncia al naturalismo y, junto a un uso genial del color, trata de provocarnos estados de ánimo, sentimientos religiosos imposibles de explicar de forma realista. De esta forma se acerca a la mística que tanto fuerza tuvo precisamente en la ciudad de Toledo y le acerca al mundo contemporáneo.
Precisamente, y tras varios siglos de olvido e incluso desvalorización (Marañón intentó explicar el antinaturalismo de su pintura por un defecto en la vista, astigmatismo), su pintura fue redescubierta en el siglo XX por los pintores expresionistas que tampoco querían plasmar la realidad sino que intentaban utilizar sus cuadros para transmitir los sentimientos a través del color y la dislocación (ruptura) del espacio y las formas que siempre fue típico en su obra y se incrementó en su vejez (ver Laocoonte).
De esta manera, y gracias a la pintura expresionista o abstracta (Kandinsky hablaba de su pintura como una forma espiritual para transmitir emociones, igual que la música – sinestesia), nosotros podemos apreciar de una manera más correcta al pintor y su pintura de sugestión (creación de sentimientos).
(Velázquez, ya en el siglo XVII, tomará alguna de sus ideas adaptándolas al gusto barroco. En este caso concreto, véanse las lanzas y su ordenación que luego se repetirán en La rendición de Breda).
Imágenes tomadas de Wikipedia
Vicente Camarasa
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