Actualmente en el Prado, las Lanzas o, como se conocía en la época, la Rendición de Breda, guarda muchos secretos que vamos a intentar ir contando.
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Tomado de wikipedia.org
El primero es su tema. Mucha gente conocerá que se trata de la conmemoración de la batalla de Breda, agosto de 1624, en Flandes, en la primera parte (victoriosa) de las Guerra de los Treinta Años iniciada por el Conde Duque de Olivares.
Lo que a veces no se conoce es que el cuadro no estaba pensado para verse aislado sino dentro de todo un conjunto que, organizado por el propio Velázquez, adornaría el Salón de Reinos del Palacio del Buen Retiro.
Se trataba de una gran estancia rectangular en donde se condensaba toda la imagen triunfal de la monarquía de Felipe IV. Esto se realizaba por medio de una docena de grandes cuadros que narraban las victorias de Felipe el cuarto, pintados por los más prestigiosos pintores de la época: Maíno (La toma de Bahía de la que ya se habló hace unos meses), Zurbarán, Leonardo Jusepe, Cajés, Pereda (autor de conocidas vanitas)…
Recreación virtual del Salón de Reinos
Tomado de Algargos
Sobre ellos se colocarían los cuadros (mucho más pequeños) de las hazañas de Hércules pintados por Zurbarán, pues era idea común en la época vincular los orígenes de la monarquía austriaca con Hércules como fundador.
Recreación virtual del Salón de Reinos
Tomado de Algargos
Sobre ellos, ya muy cerca del techo, se encontraban los escudos de todos los reinos del rey de España, mientras que junto a las puertas de entrada, los retratos ecuestres (estos también obra de Velázquez) del rey, la reina (Isabel de Borbón) y el entonces sucesor (Baltasar Carlos)
Pero existe una cosa más sobre el tema. Si os fijáis Velázquez no pintó verdaderamente la batalla (sólo se ven las nubes de polvo al fondo), sino su final: la entrega de las llaves. En ella existe una cuestión curiosa, pues se trata de demostrar, más que la victoria, la gallardía y el honor español, pues observad que Spínola no deja que Nassau (el que entrega las llaves) se llegue a arrodillar (como era normal), pues era el vencedor pero sin arrogancia (nosotros le llamamos ahora a eso fair play).
Pero aún más, resulta que el tema tal y como lo hemos contado no fue idea de Velázquez sino que se tomó de una obra teatral de Calderón de la Barca (El sitio de Breda), representada en el propio Coliseo del Buen Retiro, lo que era muy habitual en la época, en donde teatro y pintura iban de la mano.
JUSTINO.— Aquestas las llaves son
de la fuerza, y libremente
hago protesta en tus manos
que no hay amor que me fuerce
a entregarla, pues tuviera
por menos dolor la muerte.
Aquesto no ha sido trato,
sino fortuna, que vuelve
en polvo las monarquías
más altivas y excelentes.
ESPÍNOLA.— Justino, yo las recibo,
y conozco que valiente
sois; que el valor del vencido
hace famoso al que vence. Y en el nombre de Filipo
Cuarto, que por siglos reine,
con más victorias que nunca,
tan dichoso como siempre,
tomo aquesta posesión.
DON GONZALO.— Dulces instrumentos [suenan.
DON LUIS.— Ya el Sargento en la muralla
las armas de España tiende.
SARGENTO.— Oíd, soldados, oíd,
Españoles y otras gentes,
¡Bredá por el Rey de España!
Pedro Calderón de la Barca
El sitio de Bredá, I, 139
Por cierto, resulta curiosa esta estrofa
Aquesto no ha sido trato,
sino fortuna, que vuelve
en polvo las monarquías
más altivas y excelentes
Pues nos vuelve a hablar de un tema central, especialmente en el último Velázquez, acerca del destino y el infortunio que ya analizamos a propósito de Esopo, Menipo y Marte pensativo
Ya tienes aquí la segunda parte que se ocupa de las cuestiones técnicas del cuadro
Vicente Camarasa